13: Pequeña lección

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Entre apasionados besos y el vaivén de nuestros cuerpos, no sé en qué momento o cómo llegamos al cuarto. Nuestra respiración estaba agitada, y es que no nos habíamos separado en ningún instante. Mi mente estaba nublada, como para pensar con claridad en lo que hacía. En el momento de separarnos, posó sus dos manos sobre mi pecho.

—Eres muy lindo, Steven— sus manos se deslizaron hasta llegar al borde de mi camisa, y la subió por completo hasta dejarme descubierto.

—Es muy vergonzoso que me veas así— desvié la mirada.

—No, no debe ser vergonzoso. Me gusta cómo te ves. Acuéstate en la cama.

—¿Para qué?

—Solo hazlo— tragué saliva por su petición.

A pesar de no estar seguro para qué me pedía eso, decidí hacerle caso y me acosté. No sé si era yo, pero a pesar de no tener camisa, sentía mucho calor.

—Cálmate, estás muy nervioso. No voy a hacer nada malo— se recostó por el lado de mí, y su mano acarició mi pecho.

—Eso da cosquilla— la vi sonreír por mi queja.

—¿Y esto? — besó mi pecho, y cerré los ojos por el temblor que me invadió.

Tenía esa fuerte sensación de que sus besos se habían impregnado en mi piel, ya que se percibía caliente en cada área que sus labios rozaban. Y es que no podía pensar en nada más. Todo mi cuerpo estaba tembloroso y muy caliente. El pantalón me estaba incomodando, y es que se sentía muy apretado por la erección que tenía. Al percibir su lengua en mi pezón, inmediatamente abrí los ojos, ya que un escalofrío se apoderó de todo mi cuerpo.

—¿Qué haces? — pregunté nervioso.

—¿No te gusta? — preguntó con una sonrisa pícara, y tragué saliva.

—Se siente un poco extraño.

Continuó, y pude observarla mientras lo hacía. No parecía disgustarle en lo absoluto. Al contrario, se veía muy cómoda y feliz al hacerlo. Mis piernas estaban temblando mucho, y no podía evitarlo. Se sentía sumamente bien esto que estaba experimentando.

Mónica se levantó de la cama y pensé que todo había acabado ahí, pero no, bajó su pantalón para quedarse en ropa interior y observé sus lindos y grandes muslos. Son como de ensueños, jamás había visto una mujer tan atractiva y con esas proporciones tan perfectas.

Su ropa interior era color púrpura y se veía ajustada. Quería quedarme contemplándola más tiempo, pero ella entró a la cama y buscó la forma de bajar mi pantalón.

—Espera...

—Cálmate. Solo será el pantalón, al menos por ahora— bajó el cierre de mi pantalón, y lo haló.

Me sentía mucho más cómodo, pero muy avergonzado. Quise ocultar mi erección poniendo mis dos manos en ella, pero Mónica se subió sobre mí, y llevó mis manos por arriba de mi cabeza. La realidad del asunto es que me tensé mucho al tenerla encima de mí. Ella sonrió al darse cuenta y soltó mis manos.

—Te mostraré algo—se quitó la blusa, y abrí mis ojos en sorpresa.

Todo pasó muy rápido y tan repentino, que no podía disimular. Ya la había visto en algo parecido al sostén cuando bailaba, pero ahora se podía apreciar más de la cuenta. Sus senos encajaban perfectamente en ese sostén del mismo color que su ropa interior. Esa maravillosa línea entremedio de ellas, la hacía lucir más provocativa ante mis ojos. Estaba completamente envuelto en sus pechos y realmente me sentía como un descarado, pero no podía desviar la mirada.

Perdido En Tus Curvas [✓] Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin