Capítulo 7

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Mis dedos tamborileaban sobre mis rodillas a medida que veía como las calles se iban desvaneciendo mientras Víctor las cruzaba sin siquiera disminuir la velocidad ante las luces rojas de los semáforos.

Nos habíamos despedido en su casa de una manera larga y sin prisas, disfrutando con plenitud de la boca del otro sin preocuparnos del paso de las horas y de cómo inevitablemente, el cielo había acabado oscureciendo bajo nuestra dulce parsimonia. Porque estábamos bien, pero no teníamos la seguridad de cuándo podríamos volver a gozar de aquellas horas de paz y distracción de la realidad.

Había aprendido a vivir el momento, a no esperar al mañana, porque hay muchas veces en las que no hay uno de estos. En las que las personas se van y tú te quedas con todo atrapado para siempre en tu interior. Por eso me había pasado toda la tarde envuelta en los brazos de Víctor, besándolo y repitiendo sin miedo ni pudor decenas de "te quiero" que me correspondía entre sonrisas dulces, ojos verdes brillantes y mejillas levemente sonrojadas. Víctor podía ser un hombre adulto que había sufrido y madurado, pero aún así, ¿a quién no le gusta que le quieran?

De igual manera, había sentido de forma casi dolorosa el viento frío de la sombría calle chocar contra mi piel una vez habíamos decidido salir finalmente de la calidez en la que nos habíamos refugiado para volver a la vida real. Podría haber vivido eternamente en aquella bruma idílica que nos envolvía entre aquellas paredes. Pero debía volver, tenía muchas cosas que solucionar y que aclarar, para empezar, el hecho de que el padre de Zoe quisiese hablar conmigo. Había llegado a la conclusión de que lo más seguro era que quisiese hablar conmigo sobre dónde iba a quedarme; obviamente no me quería en su casa de manera indefinida. Y en mi cabeza ya estaba buscando alternativas y salidas de escape ante el inminente desalojo. Por un lado, sabía que podía contar con Víctor, sin embargo, acababa de volver, y con ello, apenas había pasado un día desde nuestro reencuentro y reconciliación; no podía pedirle que me acogiese en su casa así de la nada.

>>También podría buscar a Elisa, la amiga de mi madre y la progenitora de mi amigo Jacobo, mas recapacitando con la cabeza bien fría, no era buena idea aparecer vivita y coleando, cuando se suponía que estaba muerta desde hacía más de un año, pidiéndoles un techo bajo el que poder vivir durante un tiempo.

Las opciones escaseaban y a medida que el coche se iba acercando al barrio residencial donde se encontraba la casa de Zoe más me sudaban las palmas de las manos

Aunque, siendo honesta, tampoco quería depender de alguien. Había vuelto para quedarme y eso significaba que iba a necesitar un hogar nuevo. Un hogar mío en el cual pudiese volver a crear una vida en Barcelona. No quería depender de los demás eternamente. Tal vez podría pedirle al padre de Zoe que me dejase estar allí hasta encontrar un trabajo con el cual poder costear algún piso pequeño y barato, o alguna habitación en algún piso compartido con otras personas. Mi curriculum no era el mejor, tenía cero experiencia laboral demostrable, ya que en París había trabajado bajo una identidad falsa, y un Bachillerato casi acabado, aunque ese casi a ojos críticos no contaba nada.

Necesitaba rehacer mi vida, no volver al pasado como si nada hubiese pasado. Necesitaba labrarme un futuro pese a lo sucedido.

-¿Te encuentras bien?- preguntó Víctor desviando su vista de la carretera y enfocándola durante unos cortos segundos sobre mí. Su mirada verde brillaba con cada haz de las farolas que atravesaba el coche.

-Sí, perfectamente- le contesté con brevedad siendo incapaz de exteriorizar las leves inquietudes que me recorrían de pies a cabeza. Había sido muy inconsciente. Había vuelto a Barcelona pensando que mi vida seguía aquí cuando solamente quedaban ruinas y escombros de esta. Mi vuelta había sido precipitada y ahora no tenía dinero, ni hogar, ni trabajo.

Imprecisiones.Where stories live. Discover now