♛ T R E I N T A Y D O S ✏

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Isabel se sonrojó, pero no negó completamente a mi pregunta.

—Aparte de Elías, mi papá es algo... protector en cuanto a mis amistades refieren. Él es muy amable con todos en el mundo, pero cuando su alarma de "mi única hija está saliendo con amigos de su edad" se enciende, se pone en modo protector.

Reí entre dientes y cuando le respondí, lo hice con naturalidad sin pensar en que sonaría comprometedor:

—Es decir que me mirará mal cuando salga contigo próximamente.

—No lo hará si no se entera —contestó, asintiendo para sí misma—. Yo no le digo, él no me avergüenza y todos felices.

—¿Y cómo quedaré yo cuando se entere?

—Como el joven mentiroso que no pone la cara ante el padre de la chica, pero son detallitos menores —respondió rápidamente—. Hablando de otros temas, ¿qué harás de Navidad? No es que te vaya a invitar a nada, solo tengo curiosidad y ganas de cambiar el tema.

Me dedicó una sonrisa adrede fingida, con sus ojos muy abiertos y un gesto muy dulce. Terminé sonriendo también por su actitud y me incliné sobre la mesa.

—El veinticuatro estaremos en casa, cena familiar, arbolito y vino, mis abuelos se quedarán con nosotros y traerán a su cerdita mascota como cada año. Y el veinticinco iremos todos a almorzar afuera y luego asistiremos a un evento familiar de la empresa donde trabaja mi papá: fogata, comida y música.

—¿Tus abuelos tienen una cerdita? —inquirió, al parecer era la única parte que le había llamado la atención—. Qué lindo, ¿cómo se llama?

—Creo que Lupe, no estoy seguro. La cargan como si fuera un perro —casi desdeñé.

—¿Y no te gusta?

—Es que Lupe me odia. Siempre que me ve me corretea o me chilla. No sé qué tiene contra mí.

Isa se rio.

—Quizás te ama y por eso anda detrás de ti.

—Eso dice mi abuela, pero yo insisto en que ese cerdo me odia. ¿No has sentido alguna vez que un animal te odia?

—El perro de una vecina siempre que me ve me ladra como cuando le ladra a las motos, no sé por qué. El pececito dorado que teníamos en el salón de clases se escondía cuando yo lo miraba fijamente. El gato de la tía de Elías nunca me saluda, y yo lo llamo y lo mimo pero el muy desagradecido se va. Y aparte, no es un animal, pero mi futuro hermanito me odia también. Nunca se mueve cuando le toco la barriga a mi mamá.

—Solo se prepara para darte amor en persona —aventuré—. Ningún humano podría odiarte.

—Dile eso a tu Maddie que casi me hace caer en la pista. Qué odiosa.

No pude evitar arrugar la frente al escuchar su nombre y ese gesto le causó gracia a Isabel.

—Ella entra en otra categoría, creo que "humano" no le calza.

—Hablando de ella, ¿por qué tanto rencor? La vez pasada hablamos con Elías y apostamos a que no era solo por lo de la pista de hielo. El bando "que se pudra Maddie" sonaba a algo fundado hace mucho.

—Tienen razón, no es solo por eso.

—¿Y es un tema secreto o puedo saber? Soy curiosa, como Jorge.

—¿Cuál Jorge?

Me miró como si fuera idiota.

—El curioso.

Tardé unos segundos en comprender y cuando lo hice, apreté los labios en una sonrisa incrédula, pero omití eso y seguí con el tema.

—No, no es secreto. Pues hemos estudiado con Maddie prácticamente siempre y aunque siempre tuvimos una relación cordial, ella no es el tipo de persona que encaja con Alicia o conmigo. No digo que sea mala, solo que su personalidad no nos gusta, a otros puede que sí, pero a nosotros no. Cuando estábamos en tercero en la preparatoria, James se encaprichó con ella —confesé, elevando sin querer el labio superior, en desagrado—, no sé qué le vio de un día para otro, pero nos dijo que le gustaba y todo eso. Maddie no era santa de nuestra devoción, pero si a James le gustaba, nosotros no éramos nadie para decirle que no. 

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Where stories live. Discover now