PRÓLOGO

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El solitario aullido del viento recorría las desiertas calles de Seúl, una vez vibrantes y llenas de vida. Ahora, solo reinaba el silencio sepulcral. Las aceras estaban salpicadas de cuerpos sin vida, víctimas de una oscura calamidad que se había desatado sobre la ciudad.

El presidente norcoreano, en un acto de pura maldad, había creado un virus letal y lo había liberado en la capital de Corea del Sur. Los cuerpos de los infectados se habían convertido en portadores de la enfermedad, y bajo la macabra dirección del mandatario, habían sido lanzados desde helicópteros en un acto de destrucción sin precedentes.

El caos se había apoderado de la ciudad. Los muertos se levantaban y atacaban a los vivos, extendiendo la infección con cada mordida y arañazo. La población, desesperada, intentaba encontrar refugio y protegerse de la creciente amenaza.

El presidente de Corea del Sur, consciente de la gravedad de la situación, tomó una decisión difícil pero necesaria. Ordenó el cierre completo de Seúl para contener la propagación del virus. Era una medida extrema, pero la única esperanza de supervivencia para aquellos que aún no estaban infectados.

Siete días habían pasado desde aquel fatídico incidente. Siete días de terror y desesperación en los que la ciudad había caído en las garras del apocalipsis. Y justo en el séptimo día, un mensaje resonó en cada rincón de Seúl, interrumpiendo el silencio ominoso que lo envolvía.

Era la voz del presidente de Corea del Sur, quebrada por la gravedad de la situación, anunciando un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

"¡Ciudadanos de Seúl!

Nos encontramos en una situación crítica y debemos actuar con rapidez. Un virus mortal se ha propagado por nuestra amada ciudad, transformando a los infectados en criaturas sedientas de sangre. El tiempo se agota. ¡Solo quedan siete horas para salvar sus vidas y dirigirse a la frontera con Busan! Allí recibirán ayuda y protección. Cada minuto cuenta, cada paso es crucial. Reúnan a sus seres queridos, tomen lo necesario y emprendan la carrera contra el tiempo. La supervivencia está en sus manos. ¡Muévanse ahora, Seúl depende de ustedes! "

Tenían siete horas para llegar, siete horas en las que cada segundo contaba.









Quiero agradecer por la preciosa portada a GUKASTELL ✨

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Quiero agradecer por la preciosa portada a GUKASTELL

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