Agatha no ha dejado de escribir cosas en la libreta y para lo único que levanta la mirada es para teclear en su ordenador y volver a escribir lo nuevo que ha descubierto. Intento igualar su velocidad de búsqueda, aunque me cuesta. Cuando hay que hacer algún trabajo, suelo ponerme con alguien que hace todo el trabajo y no muevo un mísero dedo. Pero sé perfectamente que aquello no va a funcionar con Agatha, no sin que me mande antes a la mierda.

Niego divertido mientras intento disimular la sonrisa que intenta escaparse. Agatha tiene sus ojos fijos en mí y sus cejas están elevadas ligeramente, esperando de forma paciente a que la diversión se disipe de mi persona.

—¿Qué te hace tanta gracia?

— Es la primera vez que tengo que hacer un trabajo — le confieso, observándola con cautela. Ella me mira con curiosidad, esperando que añada algo más pero no lo hago y entonces sucede.

Ríe. A carcajada limpia. Se ríe de mí mientras es ella, ahora, quien niega con la cabeza divertida.

— El niño mimado tiene que trabajar — comenta haciendo un puchero, burlándose de mí, aunque es lo último que me importa.

Acabo acompañando sus carcajadas.

En un momento dado, cojo uno de los cojines del sofá y se lo lanzo para silenciar su risa. Esta se calla en cuanto aquello le golpea y la mirada desafiante que me ofrece, provoca que me arrepiente y divierta por mi decisión. Agatha coge el cojín rayado que le lancé, acercándose a mí con una sonrisa maliciosa pintada en su rostro. Cuando esta lo suficiente cerca, comienza a golpearme a diestro y siniestro mientras yo intento defenderme como puedo.

En un instante, consigo posicionarme yo encima de ella y le retiro el cojín. Su pecho sube y baja de forma acelerada por su respiración agitada y un leve rubor surca su cara. Me percato en ese momento de la cercanía entre nuestros cuerpos y la posición en la que nos encontramos. Sus labios gruesos y oscuros están entreabiertos y sus ojos castaños están clavados en los míos.

No he podido olvidarme de sus labios. No he podido dejar de pensar en el movimiento de su boca contra la mía y la sensación que me rodeaba al tenerla entre mis brazos. Tenerla así, me había carcomido durante la última semana que no me había dirigido ni una mísera mirada.

Ella traga saliva, duramente mientras muerde su labio inferior para luego liberarlo. Mis ojos se fijan en aquella parte de su anatomía. De forma automática, acorto la poca distancia que hay entre nuestros cuerpos, consiguiendo que nuestras narices se rocen y mi pelo caiga en forma de cortina sobre nuestros rostros.

Mi respiración se entrecorta, mientras el deseo irrefrenable que estoy experimentando por volver a saborear sus labios de nuevo, me invade.

Ella no ha despegado sus ojos de los míos, tiene las pupilas más dilatadas que antes y su espalda está ligeramente arqueada, provocando que su pecho esté pegado al mío. Mantengo una mano pegada a su cabeza mientras que con la otra comienzo a dibujar la curva de su cadera, subiendo a su cintura y repito el movimiento. Su camiseta se ha subido más, dejando algo de su piel oscura descubierta.

Su piel es suave y cálida, comparada a mis ásperos dedos. Su respiración también se ha entrecortado y sus labios están más cerca de los míos. No sé si he sido yo o ella quién ha provocado aquello. Nuestros alientos se entremezclan y las ansías de besarla aumentan. La vuelvo a mirar, intentando recordar cada parte de su rostro: su frente moteada ligeramente de pecas apenas perceptible a no ser que estés muy cerca, sus ojos marrones y profundos, junto a aquellas espesas pestañas; su nariz pequeña y respingona; sus labios, gruesos y suaves, entreabiertos que te invitan a saborearlos.

Sus manos se despegan de su cuerpo, se acercan a mi pelo y retira un par de mechones rebeldes de mi frente, para después ahuecar mis mejillas. Giro mi rostro para absorber su suave contacto y entonces sucede.

Acorta la distancia existente entre los dos y me besa. Por segunda vez, nos besamos, consiguiendo romper cualquier esquema estúpido que me creé años atrás.

Vuelvo a acariciar la piel descubierta mientras muevo mis labios a un ritmo impuesto por ella. Saboreo, succiono y muerdo aquella boca mientras introduzco mi lengua y la suya se encuentra con la mía. Una nueva sensación me invade y aunque no sé cómo identificarla, me provoca querer intensificar aquel beso.

Quiero saborearla por completo, quiero deleitarme por completo de ella.

Un suave jadeo se escapa de sus labios e intensifico el movimiento de nuestros labios. Comienzo a subir su camiseta mientras sus manos inquietas se introducen por el cuello de mi sudadera, acariciando mi espalda, enviando un escalofrío por toda mi espina dorsal. Nos separamos un par de centímetros para coger aliento.

Voy a posar mis labios con los suyos de nuevo cuando sucede.

— ¿Tata?

N/A: Hola! Hola! Ayer estudiando se me pasó actualizar, pido perdón. Pero bueno, hoy lo tenéis sin falta y creo que la espera ha valido la pena si os gusta Etham... si no es el caso, a lo mejor le estampáis un cojín a la cara.

Yo lo haría.

Nos vamos la próxima semana jeje. 🧡

 🧡

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