SESENTA Y UNO.

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Este era el plan: Marcos se encontraría con Steve en un callejón a pocos kilómetros de distancia para arreglar su última consigna. Yo debía esperar dentro del viejo auto de mi hermano a que Steve aparezca en el lugar acordado, donde Marcos apuñalaría y con mi ayuda subiría a Steve al auto. Un pequeño y profundo tajo en el cuello, un ladrillo en el acelerador y Steve iría a parar a lo más profundo del lago. No volvería a atormentar a nadie más. Nada puede salir mal.

72 Horas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora