Davis Lawrence

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Entré al auto, puse marcha atrás y salí del estacionamiento de la universidad.

Eran cerca de las 12:30 pm, debía llegar a mi casa, almorzar y hacer las tareas, creo que luego iría a buscar lo que me pondré para la fiesta.

Iba por la calle 5 de Dallas, cuando el mismo Audi de la universidad me sobrepasó a un modo de velocidad que yo reconocía, tres años en carreras de autos me habían enseñado lo suficiente y lo que necesitaba, pero de igual manera iba muy distraída como para prestarle atención a alguien que quería probar lo que yo conducía.

Al parecer el conductor de ese auto se dio cuenta por lo que disminuyo la velocidad, lo que más me intrigaba es que no podía verlo y él si sabía quién era yo, porque me había visto en la universidad.

Debía ser nuevo, porque en la universidad no había ni un solo auto tan solo semejante al mío. Trate de despistarlo y me doble rápidamente a la calle que llevaba a mi casa, sinceramente ya no quería más problemas con mis padres, hace cerca de una año que tengo la relación perfecta, después de que Christian se fuera para Europa, creo que en ocasiones lo extraño demasiado, pero yo no le importé nada, no debería importarme.

Llegué a la entrada de mi casa, digité la contraseña para que se abriera el gran portón negro. Puse mi vista en el retrovisor y pude darme cuenta que el Audi había seguido su camino.

Bajé del auto y subí a mi cuarto a dejar mis cosas y lavarme la cara para quitarme el poco de maquillaje que andaba, eso daña mucho la cara y yo no iba a salir hasta en la tarde.

Llegué a la cocina y estaba Marcela, la cocinera de mi casa.

-Hola Marce, ¿tienes el almuerzo ya?

-Sí Penny, ¿te lo sirvo ya, o esperas a tu madre?- me respondió con ese tono dulce que solo ella y mi madre hacían.

-La espero, muero de hambre pero mejor con ella. -la verdad es que era mejor comer con mi madre que sola, mi madre se supone que debería de estar por llegar.

-Hola- saludó mi madre al momento-¿cómo te fue hoy amor?

-Bien ma, sólo que nunca había visto un auto igual al mío y hoy lo vi dos veces y trato de competir contra mí en la segunda vez.

-Amm, hija sabes que eso nunca me gusto y que fueron momentos muy difíciles para nuestra familia ¿verdad?-dijo mi madre con un tono algo triste.

-Sí ma, lo sé, pero también sabes que después de eso lo hago solo cuando quiero distraerme y sabes que correr es mi única forma de des estresarme, te prometí que jamás volvería a drogarme por mi propia cuenta, y eso le he cumplido al pie de la letra.

-Sí lo sé y también sé que contigo eso no se puede discutir, pero al menos usa el cinturón cuando lo hagas, espero que algún día lo dejes, me harías más feliz. -seguía hablándome en ese tono de preocupación y tristeza, se le podía notar en sus ojos.

-Creo que mejor comemos, no hay vuelta atrás y es lo que quiero.-le respondía con el tono más tranquilo que pude, correr era mi pasión y mis padres lo sabían, solo que ellos de verdad les daba miedo perder a su única hija y heredera de la cadena de hoteles Thomson's Hotels.

-Sí creo que será lo mejor- me respondió.

Iniciamos nuestro almuerzo en silencio como siempre, estaba esquicito. Marcela era la empleada con más años trabajando con mi padre tenía como 20 años de hacerlo, era la típica mujer regordeta y adorable, empezó a trabajar con mis padres desde que mi madre quedó embarazada de mí para así cuidar de ella por lo de las complicaciones.

Terminamos de almorzar y al minuto llegaron los otros dos empleados a recoger; Adrián y Fabián, eran nuevos y se les notaba, también eran gemelos idénticos, altos, delgados y de ojos azules.

FreedomWhere stories live. Discover now