—¿Sabes porque Neel estaba cabizbajo? —le pregunto mientras obedezco a su pedido.

Mi padre destapa dos latas de frijoles y coloca la mitad en un plato y la otra mitad en otro, después los mete al microondas. Calienta unos panes y unas porciones de carnes en el pequeño horno de mesa.

Mi casa es tan pequeña que mi cocina queda casi que en la sala y en el comedor, todo está a unos seis pasos de diferencia de cada lugar. Mi ropa lavada está doblada en el sofá compacto de diseño orgánico que compró mi mamá, da la impresión de estar tapizado por diferentes tipos de telas, me gusta mucho, es casi que romántico. Frente a él hay una mesita con nuestro portarretrato familiar y junto a él un platillo lleno de nueces que aba come cuando lee el periódico y debajo de la mesa hay una pequeña alfombra que lleva los mismos colores exuberantes del mueble, si no me equivoco fue un obsequio de la empresa, las paredes están un poco deterioradas, pero el color beige aún aguanta un año más. Los televisores están en cada una de nuestras habitaciones, aba odia que veamos televisión cuando se come, él es muy parlanchín al momento de ingerir alimentos. La lavadora y la secadora están en un cuarto diagonal a la cocina y nuestros cuartos están al otro lado de la sala. Pequeño, pero acogedor.

—Al parecer todo con su novia se acabó —me confiesa él. Saca los platos del microondas, coloca las carnes y los panes en otros recipientes y los trae a la mesa—. Podrías sacar el jugo de la nevera —me pide.

Me pongo de pie, tomo el jugo y alcanzo dos vasos del estante.

—Debe de sentirse nefasto. —Me siento.

—Tu madre solía utilizar esa palabra muy a menudo. —Me da una media sonrisa—. Te pareces mucho a ella.

—No es cierto, ella era mucho más guapa que yo.

—Claro que no, cariño, te pareces casi en todo. Mírate, hermosa e inteligente. Tus ojos grises lo sacaste a ella y esos labios tan finos que parecen que te los hayan dibujado con pincel, también. —Saborea la comida y después de un rato levanta el vaso de jugo hacia mí—. Y no puedo omitir la manera en que arrugas la nariz al sonreír, eres una mini Leila.

Le doy una media sonrisa con la boca llena, aunque no creo nada de lo que me dice. Mam era mucho más alta, su cabello era mucho más rojizo que el mío y con una barbilla muy fina. Y yo pues, soy yo.

—Apuesto que cualquier chico se podría fijar en ti. —Lucha con un pedazo de carne hasta que el tenedor gana la batalla—. ¿Qué tal Milo?

Casi le escupo todo el pan en la cara.

—¡Papá! ¡santo cielo! ¡Por supuesto que no!

—¿Por qué no?

—¡Papá! —lo regaño. Abro los ojos de par en par—, lo veo como un hermano.

Mi padre se ríe.

—En serio, cariño, deberías pensártelo —me dice, apuntándome con el tenedor.

—Olvídalo no hay nada que pensar.

***

«Eider, ¿Estas despierta?».

Dice el mensaje de Milo.

«Son la una de la mañana vete a dormir».

Le escribo casi que con los ojos cerrados.

Acomodo mi almohada, me subo las sábanas hasta el cuello y me acurruco de lado, cuando llega otro mensaje. ¿Qué rayos ahora quiere? ¿Acaso no entiende que el sueño es sagrado?

Milo:

«Estoy abajo de tu edificio con Neel y en el carro de Neel». Leo ese último mensaje y ahora ya no sé qué responder.

Yo:

«¡Están locos! ¿Qué hacen allí abajo?».

Milo:

«Neel está muy mal y necesita distracción. Lo he llevado a todas partes y sigue igual y repite una y otra vez que no quiere ir a casa. ¿Podrías venir con nosotros? Ya no sé qué hacer».

Por un minuto pienso en mi padre, pero si llego antes de que amanezca supongo que no pasará nada.

Yo:

«Ya bajo».

Milo:

«Aquí esperamos :)».

Me visto con unos jeans ajustados y una playera azul, aunque como uso suéteres gruesos no se va a notar lo que llevo debajo, me coloco unas botas sin tacón, luego recojo mi cabello en una coleta y me maquillo tan solo un poco.

Milo:

«Aún seguimos aquí :)».

Leo el mensaje mientras tomo las llaves y cierro la puerta.

Bajo las escaleras a carrera, salgo del edificio y me subo en la parte trasera en su Volkswagen T-Cross azul Noruega.

Ambos se voltean para verme.

—Hola, Eider —me dice Neel con una sonrisa que abarca todo su rostro.

—Hola, Neel —le digo, devolviéndole la sonrisa.

—¿Qué te hiciste? —Milo me observa con los ojos entrecerrados—. Te veo algo diferente.

—Nada —le digo, empujándolo hacia adelante—, solo conduce.

Ambos se acomodan en sus asientos y Milo pone el auto en marcha.

Neel enciende la radio y deja la canción I need your love de Keane. Se asoma con la mitad de su cuerpo fuera de la ventanilla, como si quisiera sentir la música en sus venas.

"Veo tu rostro como una visión de Dios. Tiemblo y me sacudo, estoy perdido en la inundación, nada más importa, el mundo desaparece, no puedo respirar, y no puedo pensar hasta probar tus besos. Dame una señal. Di qué entiendes. El más malo de los restos, cariño, cayó de tu mano, esta hambre que siento seguramente será satisfecha, sé que nada más va a aliviar este dolor por dentro, necesito tu amor." (I need your love; Keane).

Así mientras él piensa en ella, yo pienso en él.





5 Truco de patinaje.

Hey tíos espero que estén disfrutando la historia :) los quiero.

De Enero a DiciembreWhere stories live. Discover now