LA TAREA

66 6 0
                                    


Viernes,11 de octubre.

Detesto haber aceptado el convenio con la señora Angelien, únicamente el hecho de pronunciar su nombre hace que se me revuelva el estómago, desde entonces he salido ya dos veces con Melody y por alguna extraña razón ella ha dejado de pedirme que haga sus tareas, no me ha tratado "tan mal" porque su sarcasmo y sus comentarios absurdos siempre están ahí, recordándome lo miserable que soy. Pero al menos ya es un avance, no sé si su cambio se debe a lo de mi padre o simplemente porque tiene miedo de que le diga a todo el mundo que Melody Weinghart llora y no es tan fría como todos esperábamos. Sea lo que sea, me sirve, me ha dejado un poco en paz, así que, por mí está bien.

Papá sigue recuperándose, admito que en estos días he podido ver el enorme cambio en el hospital, las enfermeras tienen un trato especial con él y lo han cambiado a una habitación exclusiva, he podido entrar con él un par de veces para conversarle todo sobre mis días, sin embargo, aún no me animo a decirle que la señora Angelien ha costeado todo, podría matarlo de un infarto en caso de que me esté escuchando. Papá siempre prefirió mantener la distancia con ella, apenas y cruzaron una que otra palabra. Él jamás me dijo nada con respecto a ella, pero las veces que los vi platicar era como si hubiera un muro entre ellos dos, más de parte de ella que de él, sospecho que por el rango económico. Ella odia a la gente pobre y mi padre trata por igual a todo el mundo, quizás eso es lo que le molestaba a ella, que mi padre no se le inclinara a besar su mano o que él no le hiciera cumplidos, ahora tendrá de que jactarse. Los Roth están comiendo de la palma de su mano y eso le eleva el ego a ella hasta las nubes.

—¿Alguien me puede decir porque hemos decidido hacer el proyecto en casa de Melody? —suelta Milo.

Él está echado sobre una de las sillas del comedor, carga el pantalón de tela azul del colegio, la camisa mangas largas blanca por fuera de sus pantalones, se ha remangado las vastas del pantalón hasta dejar el dobladillo por debajo de la rodilla, usa unas medias largas con rayas de color rojo, amarillo y negro que no son las de la escuela, su corbata está a mitad del pecho y usa converse negros.

—Porque su madre nos invitó a almorzar. —Ria recoge su cabello lizo en una coleta, está ubicada al lado de Milo.

Todos estamos sentados alrededor de la mesa de comedor rectangular de ocho asientos revestidos de lino blanco. Tres asientos en el medio de lado a lado y uno en cada extremo, gracias al cielo esta vez no he quedado en medio, estoy sentada junto a Ria. Paterson y Melody están ubicados frente a nosotros.

Annika comienza a servir los alimentos. Los platos contienen papas, ensalada coleslaw y pechuga de pollo asada, acto seguido vierte zumo de naranja en una copa y después agua en la otra. Hay un tenedor arriba de mi plato y dos al lado izquierda del mismo, dos cuchillos, uno mediano y otro grade al lado derecho. ¿Cuál es para cuál?

Le echo una mirada a Paterson que mira los cubiertos con tanta preocupación. La mamá de Melody se sienta en su trono al extremo de la mesa y todos nos enderezamos. Frijoles me siento como si estuviéramos en alguna colonia militar. De repente golpean mi pierna por debajo de la mesa. Alzo la mirada que la tenía clavada en los cortes tan exactos del queso. Paterson mira los cubiertos y luego a mí y así unas tres veces. Me da mucha gracia, él y yo somos del mismo rebaño, porque habría yo de saber cómo se utilizan estás simplezas, en mi casa como con un mismo cubierto absolutamente todo, al menos que sea sopa, para ello uso la cuchara. Alzo los hombros y niego con la cabeza muy despacio con el fin de que nadie se entere de que no sabemos usar tenedores.

—Querida, Eider. —Escucho la voz ronca y estresante de la gran Weinghart.

—¿Sí? —respondo preocupada. Espero que no se haya dado cuenta de mi extraña conversación con Paterson.

De Enero a DiciembreWhere stories live. Discover now