♛ V E I N T I S É I S ✏

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—Sí, él quiere que sepa defenderme. —El tono de Isa bajó un poco al igual que su sonrisa, pulió un gesto un poco más serio y algo incómodo, entonces, confesó—: Mi tío tuvo una hija... nunca había sido necesario aprender defensa personal porque pues, ¿quién creería que una niña de quince años lo necesita? Pero pues... —Sus palabras se enredaron un poco y le iba a decir que no era necesario que tocara temas delicados, pero ella no me dio tiempo pues prosiguió de inmediato:— resumiendo un poco, mi prima tuvo mala suerte, no pudo defenderse y la asesinaron. Mi tío no ha tenido paz desde entonces, hace más de diez años. Es uno de esos sucesos que marcan a toda una familia por cercana o lejana que sea, así que él me obliga a ir a esas clases porque dice que su hija ya no está pero que la gente mala sigue existiendo, así que no está de más saber. Yo aprecio eso y como dije, no es un conocimiento inútil.

Cuando terminó, el silencio nos acompañó por varios pasos más; esa es el tipo de anécdota que no espera una réplica exacta pues no es correcto buscar más detalles, pero también puede ser algo chocante decir un "lo siento" que de nada sirve. Me limité a tocarle el hombro y a sonreírle cuando me miró a los ojos. Decidí desviar el tema e intentar bromear un poco:

—O sea que debo abortar el plan de someterte en el lago. Podrías noquearme.

—Claro que sí podría —aseguró, con un deje de superioridad—. Te dejaría en el suelo en unos segundos.

—Plan abortado, confirmo, plan abortado.

Sonrió. Íbamos por un camino de tierra irregular, a un lado teníamos el lago y al otro solo árboles esparcidos lo suficientemente lejos unos de los otros como para llamarlo bosque. Isabel miró distraídamente hacia el lago, cuya extensión era tan limitada que desde donde estábamos se lograban ver todos sus extremos.

—¿Se puede patinar en este lago? —preguntó.

—Hoy precisamente, no. Este invierno, pese a todo, no ha sido tan fuerte así que no se ha congelado tanto como para eso.

—¿Cómo sabes? Yo lo veo de hielo.

Isa iba del lado del lago así que la rodeé y me puse en la orilla, donde en efecto se veía la capa de hielo en lugar del agua.

—Cuando se congela del todo se ve más oscuro, sólido. Ven. —Le tendí una mano, aunque era más un ademán para que se acercara. Ella lo hizo y miró con cautela el suelo—. Mira, se alcanza a ver el agua aún debajo. —Estiré mi pie un poco y con la punta de mi bota presioné la capa de hielo con mi peso, la lámina se dejó ir de inmediato, revelando el agua—. Muy fina, ¿ves? Quizás si hace más frío en estos días y no sale el sol, se endurezca más para la otra semana. 

—Eres un experto en lagos.

Volvimos al camino de tierra apenas salpicado del agua restante al derretirse la poca nieve que sobrevivía a la mañana. Isa iba aferrada a su caja de cereal y no dejaba de sacar los aritos para comer, luego se limpiaba con la palma de la mano las migajas que le quedaban alrededor de los labios.

—No tanto, es solo que he venido mucho a este.

—¿Eres más amante del invierno o del verano? —preguntó de pronto.

—Invierno —respondí de inmediato—. Me gusta el frío... bueno, la verdad me gusta la facilidad con que se consigue calor cuando hay frío. No como cuando hay calor que es imposible enfriarse con facilidad.

—Concuerdo con lo segundo. Es agradable conseguir calor cuando hace frío, pero yo soy más amante del verano. El sol me pone contenta, me alimenta los ánimos.

—A las plantas también, se llama fotosíntesis.

Isabel se rio y me dio un amigable empujón en el hombro que me hizo reír también.

De una fuga y otros desastres •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora