40. El Heredero de Slytherin. (Parte 1)

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Nos hallábamos en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaban en la estancia.

Con el corazón latiéndome muy rápido, escuchábamos aquel silencio de ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿Y en dónde estaba Ginny?

Sacamos nuestras varitas y avanzamos por entre las columnas decoradas con serpientes.
Nuestros pasos resonaban en los muros sombríos. Fuimos con los ojos entornados, dispuesto a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Nos parecía que las serpientes de piedra nos vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, el corazón me dio un vuelco al creer que alguna se movía.

- Eso si que suena aterrador  - comenta Luna.

- Pero siguieron adelante - comenta Draco.

- Ya estábamos allí - le digo en cambio - No fue una experiencia agradable.

- ¿Algo de todos esos riegos te ha parecido agradable? - me pregunta él.

- Pues... sí, alguna de ellas.

- No, no me sorprende escucharte.

Al llegar al último par de columnas, vimos una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Con Harry teníamos que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asientan sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vemos una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido.

—¡Ginny! — susurró Harry, corrimos hacia ella y nos hincámos de rodillas —. ¡Ginny! ¡No estés muerta! ¡Por favor, no estés muerta! — dejó la varita a un lado, agarra a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar...—. Ginny, por favor, despierta —
susurraba Harry sin esperanza, agitándola. La cabeza de Ginny se movía, inanimada, de un lado a otro.

- Mi bebé... - dice Molly abrazando a los pequeños Bill y Charlie.

- Mamá estoy bien - le dice Ginny.

- Es horrible de escuchar hermana - le responde el Bill adulto - Agradecemos que estes bien.

- Habrá sido horrible para toda su familia haber pasado por eso - comenta la Señora Potter.

- Fue un caos, pero duró menos de un día - le dice en cambio Percy.

—No despertará — dijo una voz suave.

Harry se enderezó de un salto y volteo con mi varita en mano.

Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirando. Tenía los contornos borrosos, como si lo estuviera mirando a través de un cristal empañado. Pero no había dudas sobre quién era.

—Tom... ¿Tom Ryddle?

- ¿El del diario? ¿El qué culpó a Hagrid? - nos pregunta James.

- ¿Y por qué se veía así? - agrega Sirius.

- Algunos de los adulto ya sabrán la respuesta y para el resto... lo sabrán ahora - les digo y sonrió al ver resoplar a Sirius.

Leyendo: "Harry Potter, una historia diferente"Where stories live. Discover now