«𝚝𝚑𝚛𝚎𝚎»

2.8K 359 243
                                    


.

.
.

El rubio despertó, disfrutando la suavidad de sus mantas recién compradas.

Se quedó acostado por un rato, mirando el techo, pensando.

Hoy aprendería francés. O alemán. Eran lindos idiomas.

Saltó de la cama, sorprendido por su buen humor. Tal vez porque era sábado, tal vez porque había comprado tostadas.

De todas formas, tarareó su canción favorita mientras cocinaba su desayuno, aguantando la tentación de servirse medio vaso de licor y desafiar su tolerancia al alcohol por quinta vez.

Esperó a que el sonido de la tostadora lo sacara de sus pensamientos, y con suma delicadeza, colocó las dos porciones en un pequeño plato.

Se sentó en el sillón y prendió la televisión, sin preocuparse al notar que estaba a dos horas de comenzar el medio día.

Aunque, antes de poder dar una segunda mordida a su desayuno, escuchó a su mascota arañar la puerta.

–¿Todo bien, Nuggies?– Bajó el volumen del televisor y se dirigió hacia el animal.

Al ver que seguía concentrado en la entrada, trató de ver por la rendilla de la cerradura. Lamentablemente, solo distinguió una mano, casi metida por completa en el bolsillo de un pantalón beige.

Con curiosidad, abrió la puerta, confundiéndose al ser instantáneamiente empujado por una figura que entraba a su hogar.

–¡Hey! –agarró un paraguas del perchero, dispuesto a atacar, hasta que el instruso volteó– ¿Al?

Bajó el objeto, observando como el recién llegado se desplazaba por la sala.

–¡El mismo! Mis disculpas por llegar a esta hora, aunque veo que aún estás de pijama, – con su clásica sonrisa, sacó una libreta con notas, orgulloso de mostrarla–, ayer me quedé hasta altas horas de la madrugada buscando información, ¡y creo haberla encontrado!

–Ciervito, perdón por mi vocabulario, pero, ¿qué carajos haces en mi apartamento?

Alastor anotaba cosas en una hoja mientras caminaba en círculos.

–¡Tú mismo me pediste ayer que viniera! Así que aquí estoy, bien informado sobre tu filemafobia– El castaño tomó asiento, mirando a su amigo sin deshacerse de su sonrisa.

–Claro, simplemente pensé que tardarías más en venir– El italiano se sentó junto a él, terminando su comida.

–¿Bromeas? Mi asistencia fue muy atrasada, aunque juzgando por tu situación, no creo que sepas a qué hora se reúnen las personas.

–Para tu información, esta es mi ropa normal.

–Si no fuera porque conozco tu armario, no demoraría en creer que usas ropa como esa normalmente.

–¿Sabes? Nunca sé si dices un cumplido o un insulto.

–Si son para ti, no hay duda –antes de que Ángel pudiera responder, el de lentes ofreció sus notas–. Esa es toda la información que pude encontrar.

Con una ceja alzada y una sonrisa, aceptó la libreta y la abrió. No demoró en demostrar su sorpresa al leer las escrituras.

–Cielos– el rubio miraba todas las carillas escritas, maravillado–, ¿cuánto duraste en buscar todo esto?

–Un par de horas, tú léelo y ayúdame a ayudarte.

El contrario rió, leyendo vagamente todas las palabras. Decidió empezar por los primeros consejos, como respirar e intentar descifrar su miedo.

Luego de pocas preguntas, Ángel ya estaba acostado contra el sillón, cansado de que nada funcionara.

–El problema es que no sé por qué lo siento– Suspiró, terminando su primer pan tostado.

–¡Hazlo por descarte! ¿Es por baja autoestima?– Preguntó su amigo, agarrando su libreta.

–Jamás.

–¿Te irrita el mal aliento?

–Es asqueroso, pero no me irrita.

–¿Las enfermedades?

–No creo.

–¿Alguien en tu familia lo tiene?

–¿Cómo sabría?

–En ese caso, debe ser heredado, a excepción de que se demuestre lo contrario.

–Genial– Bufó el menor, sorbiendo su licuado de frutilla, el cual había agarrado de la heladera mientras el castaño le hablaba.

–No te cuestes en preocuparte, ya que todas se superan de la misma forma– Alastor giró su cuerpo completamente hacia él, teniéndolo de frente.

–¿Y cuál es?

–Deberás exponerte hacia el estímulo.

–¿Y significa...?

–Traje fotos de personas besándose, desde inocentemente hasta no tanto, para ti– Le tendió su celular.

Y, para sorpresa del europeo, su amigo nunca había estado más orgulloso de sí.

Con miedo a ahuyentar la repentina felicidad, agarró el móvil sin ninguna broma lasciva, y pasó su dedo por la pantalla para dirigirse al inicio.

–Al, deberías poner una contraseña, cualquier persona podría robar tu celular– Comentó mientras abría la galería.

–No tengo nada de valor allí de todas formas– Sonrió, y Ángel notó como, disimuladamente, se aseguraba de que no tocara nada que no debía.

–¿Son estas?– Dijo, señalando uno de los álbumes.

Luego de que el más alto asintiera, lo apretó, dejando a la vista un montón de fotos. Estaban ordenadas por grado de lujuria, o al menos así lo llamaba Alastor.

Vieron las primeras, siendo incluso tomadas como tiernas por el rubio, pero al llegar a las más lascivas, se comenzó a sentir incómodo.

–Definitivamente no es lo que eligiería, es decir, es bastante sexy, y si no estuvieran besándose, con gusto sería parte– Rió el rubio, a lo que su amigo asintió.

–No hay duda, tu fobia se concentra en la acción– Indicó, apagando su celular y sacando un pedazo de la tostada que reposaba en el plato.

–Genial, me voy a quedar sin trabajo, ya de qué sirve–Se levantó, dejando el vaso vacío en la mesada.

–Aún podemos conseguir a alguien que te ayude.

–No lo hagas sonar así, parece que soy parte de un manicomio.

–Bueno aún queda la otra parte de la terapia, pero no creo que...– El italiano giró a mirarlo tan rápido que se sorprendió cuando no escuchó ningún hueso romperse.

–¿Cuál? ¿Cómo? Alastor dímelo en este instante o te juro que lloraré.

El nombrado rió, pero Ángel fue capaz de notar un poco de incomodidad.

–Necesitaremos a un tercero, ya que es parte de la terapia de ejecución– Se acomodó los lentes, aclarándose la garganta.















...

Gracias por leer bbtos.


Mi hermana ya no quiere ser mi beta reader, caí lo más bajo posible, así que tiene muchos errores.

Ups :).

Just the Tip of your Lips Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt