Capitulo 23

881 53 0
                                    

Narra Kendall.

— ¡Kendall! ¡Hermoso! —Chilló Summer.

— ¿Qué? —Me volteé cabreado, ésta chica es insoportable.

—Es una fiesta. —No... ¿En serio?, me dije sarcástico— ¡Vamos a bailar! ¿Sí? —Suplicó colgándose de mi cuello. 

—Encuentra a otro chico, no quiero bailar contigo. —Respondí.

—Eres un amargado —Bufó cerca de mis labios, diablos. Estaba ebria.

—Estás ebria, será mejor que vuelvas a casa. —Dije tomando asiento en una de aquellas banquetas que se encontraban en el jardín, a su lado había alcohol.

— Kendizzzle... —Se montó sobre mí— No seas aburrido, ¿Qué ha ocurrido con aquel Kendall Schmidt que conocí?

—Está muerto. —Confesé— Quítate, no quiero permanecer toda la noche a tu lado. —Dije duro.

—Quiero sexo. —Susurró a mi oído y comenzó a frotarse sobre mí. Maldita sea.

Volteé mi mirada para encontrarme con algo no muy agradable, ______ tomaba de la mano a un chico, castaño y alto. No mentiré, mi cuerpo ejerció una furia incontrolable, quería golpear a ese tipo, nadie se acerca o toca a ______, mí _____.

Iba a aclarar algunas cuentas con él pero Summer tomó de mis mejillas y plantó un beso sobre mis labios. Asco. Eso sentía, odiaba el sabor u olor a alcohol cuando una chica lo poseía, pero por estúpido mental que soy lo seguí; perfecto Kendall, eres un genio.

No cerré mis ojos, los mantuve abiertos y al notar que aquel guarro rodeaba con sus brazos a _____, anhelé golpearlo. 

Rápidamente me puse de píe y me dirigí a ellos.

— ¡¿A dónde crees que vas?! —Chilló. Diablos, como le odiaba.

—No es tu problema. —Contesté cortante mientras limpiaba mis labios con mi derecha.

Me concentré más en la “parejita” y noté que _______ lloraba, demonios no. ¡No!, odiaba esto, verle derramar lágrimas por algo o alguien. El chico la apartó unos centímetros e hizo entrega de un pañuelo a sus delicadas manos. —Mierda Kendall, hablas como un gay de primera— pensé.

—Vamos a una habitación... —Susurró Summer mientras rodeaba mi espalda con ambas extremidades.

—Diablos, ¡No! —Exclamé furioso.

—Diré tu secretito. —Sonrió triunfante— Sé que la amas y nadie lo sabe porque temes que tu reputación de “chico malo” se vaya al retrete. Diré todo eso más tu maldito desorden de alcoholismo a tu madre, si se entera seguro fallece de paro cardíaco. —Mierda, si que sabe controlar.

—Eres una maldita zo*rra. —Dije entre dientes— Solo una pu*ta noche, nada más, ¿Entiendes? 

—Claro. —Respondió como si nada. Tomé de su mano y la llevé a la primera habitación que hallé.

Ocurrió lo que tenía que ocurrir, la vestimenta de cada uno fue desapareciendo, exceptuando mis pantalones obscuros y mi boxer. Ella se encontraba desnuda y yo, bueno, “calentaba el ambiente” mientras adentraba uno que otro dedo en su feminidad, pero todo acabó cuando la vi, de pie sobre la puerta con lágrimas en sus ojos rojos. Le miré atónito, ¿Qué diablos hacía _____ aquí dentro?

Se veía dolida y lastimada, su maquillaje estaba corrido, pero eso no impedía que su belleza se borrase. Sin más, dio un portazo que resonó en toda la habitación. Maldición, esto es malo.

No me asustas , Schmidt ||Kendall Schmidt y tu||Where stories live. Discover now