Él mismo estaba inquieto, aunque las vacaciones no le entusiasmaban, la idea de no tener que asistir diario a un edificio cuyos alumnos le provocaban nauseas, le gustaba. Y no era que se llevara mal con el alumnado, al contrario, era de los chicos "populares", codiciados y admirados; sin embargo Aoi era un chico con el que al final todos preferían mantener su distancia. Tanto por su reputación como por su carácter cínico y despreocupado. Le hablaban por compromiso e hipocresía, porque era hijo de uno de los hombres adinerados de Japón, porque su apellido significaba algo en la alta sociedad , a nadie le importaba ver cómo era Aoi en realidad y aunque se convencía que aquello no le importaba, Shiroyama sabía que estaba rodeado de gente falsa e hipócrita.

Él se negaba a ser así y por eso la gente se alejaba. Él no era una buena persona y le gustaba que los demás lo supiera.

Caminó con tranquilidad hacia el estacionamiento, satisfecho de lo que había pasado con Hiroto, sin duda no volvería a tener problemas con la dichosa estadística. Casi sonriendo, sacó las llaves de su BMW negro convertible, una de sus posesiones más preciadas, la última cosa que su madre le había dejado antes de morir. Apretó el botón de la alarma, prendió el estéreo y se dirigió a casa.

Casa, era solo otro enorme lugar lleno de hipocresía. Aunque su padre, un abogado de superestrellas y gente muy importante, nunca estaba en la casa, el rastro de su frialdad había quedado impregnado en las paredes. Y sobretodo en su hermanastro.

Su madre no llevaba ni dos años de muerta cuando su padre ya se había vuelto a casar, un matrimonio bastante conveniente con una mujer divorciada de una poderosa familia de petroleros. Ambos se casaron en una ceremonia bastante ostentosa y se dedicaron a mostrarle al mundo lo perfecta que era su nueva familia. La señora, por supuesto, no había llegado sola, ella también tenía un hijo de su parte y aunque por fuera, Takanori Matsumoto era el hijo modelo, no pasó mucho tiempo antes de que Aoi viera su verdadera naturaleza.

Ruki, como todo el mundo llamaba a su hermanastro era un chico de calificaciones perfectas que asistía con emoción a las fiestas de caridad, sonreía todo el tiempo y era líder en los principales grupos de jóvenes que se dedicaban a ayudar a causas sociales. Todo el mundo adoraba al chico de sonrisa torcida, pues este siempre tenía palabras de aliento para los demás o siempre ofrecía su ayuda. Por fuera el chico era perfecto.

Por dentro, Matsumoto era la vileza encarnada, un chico malcriado, manipulador, soberbio e incluso malvado que nunca había escuchado una negativa en su vida. Ruki disfrutaba ser cruel con los demás con tal de obtener lo que deseaba, todo tejido en una red de mentiras e inocencia que le salía a la perfección.

A Aoi no podía importarle menos la forma de actuar de su hermanastro, pues si bien había demostrado antes que no conocía los limites, el chico se parecía bastante a él y podían llevarse en una relación amistosa, gracias a que a los dos les gustaba ver el mundo arder. A diferencia de Aoi, que era cinco para eso, Ruki disfrutaba hacerlo desde las sombras.

Además, el enano hipócrita, como Aoi lo llamaba en su cabeza, tenía algo a su favor: era endemoniadamente sensual. No había algo que Aoi quisiera más que llevárselo a la cama, pero el maldito de Ruki siempre lo dejaba deseando por más, sin nunca dejar que el sexo se concretara por completo, el enano utilizaba aquella arma a su favor y le salía a la perfección. Aoi sabía que no era la única persona que quería llevárselo a la cama, pero si era el único con el que no lo había hecho. Porque sí, su hermanastro usaba el arma del sexo como nadie más para cumplir sus cometidos, la mayoría de los pobres diablos a los que manipulaba a su antojo, estaban a su merced por algo tan banal como el sexo. ¿Y qué si Aoi era tan banal como para querer llevárselo a la cama? Sería un trofeo más.

Entró a la mansión decidido a encerrarse en su habitación a repasar el video que había grabado, necesitaba descargarse y después de todo, aquel era un buen material. Sin embargo, los gritos de Ruki desde su habitación llamaron su atención. Encontró la puerta ligeramente abierta, por lo que se asomó discretamente, su hermanastro daba vueltas como león enjaulado alrededor de la habitación con el celular en la mano, hizo una mueca cuando vio a Aoi pero siguió gritando ignorando su presencia.

Les Liaisons Dangereuses [The Gazette]Where stories live. Discover now