Epílogo

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Habían pasado 6 meses desde que Lian pisó Corea por primera vez y desde el primer día trató de vivir una vida normal.

No le fue muy difícil, ser rica y bien educada le ayudó a encontrar un lugar donde quedarse y un trabajo decente. Todavía seguía en contacto con sus padres aunque Xen era la única persona que sabía dónde estaba en realidad.

El muchacho se había sorprendido al enterarse de su partida, la visitó una vez y le ofreció su ayuda con todas las cosas que necesitaban ser atendidas en China, y con su ayuda Lian pudo arreglar todo sin ningún problema. La última vez que habló con Xen, éste le mencionó a una chica llamada Mei con la que estaba saliendo, le gustaba molestarla diciéndole que su nueva pareja era más linda que ella, Lian sólo respondía con risas. Estaba muy feliz por Xen, al menos uno de los dos tuvo un final feliz.

Que actuara normal no significaba que era feliz. Estaba sola, es cierto que ahora podía sonreír pero eso sólo era en apariencia, porque por dentro todavía estaba muy herida. Evitó saber cualquier noticia relacionada con Kun aunque a veces se preguntaba si se había casado con la enfermera. Fijó la mirada en el anillo que llevaba en su dedo, era el único recuerdo de que Kun había sido suyo una vez.

Suspiró y cerró los ojos, otro día había terminado pero la nostalgia y el dolor los sentía como lo había hecho el día anterior y los días pasados.

Por una extraña razón Kun sintió que necesitaba salir a caminar, estaba afligido por extrañar tanto a Lian. Tan pronto recuperó la memoria se deshizo de Lixue. La muchacha había enfurecido y lo había cacheteado, no que a él le importara. La había usado y sabía que merecía la cachetada, no una, sino millones.

Se encontró frente a una juguetería, un gato de peluche en la vitrina captó su atención, por alguna extraña razón que no podía entender pensó que se parecía a Lian.
Se le hacía muy duro estar rodeado de cosas que le recordaban a la chica, que hacían que extrañara a su esposa aún más, pero a pesar de eso, no podía vivir sin ellas. Las memorias de ellos juntos lo mantenían cuerdo, no se esforzaba ni un poco en seguir con su vida porque sabía que simplemente no podía. Nunca se olvidaría de Lian, no ahora, no ni en un millón de años.

Estaba dentro de su auto cuando vio una figura familiar salir de un auto negro. Era Xen. Vió como el muchacho daba la vuelta para ir al lado del pasajero de su auto. El corazón de Kun latía sin parar, extrañaba tanto a Lian que verla por unos segundos le bastaría.

Todas sus esperanzas de volver a ver a la chica desaparecieron de inmediato cuando vio a la persona que bajó del auto. No era Lian. La furia invadió su ser opacando cualquier otro sentimiento cuando vio que Xen rodeaba la cintura de la otra persona y la miraba con amor. No había dejado ir a Lian solo para que el otro la engañara.

Bajó de su auto y cerró la puerta de un golpe. Se acercó rápidamente a Xen y antes de que el otro pudiera reaccionar Kun le dio un fuerte puñetazo en la cara. Estaba tan molesto que sus reflejos actuaron más rápido que su cerebro. Sujetó al muchacho por el cuello sin importar que el otro fuera más grande que él.

La pareja de Xen gritó y pidió ayuda a las personas a su alrededor para que los separaran.

⎯¡Maldito! ¿Cómo puedes engañar a Lian? ¡¿Cómo?!⎯Dijo Kun, sus ojos en llamas por la ira ignorando el dolor de sus nudillos por el impacto.

Xen se limpió la sangre de su labio con tranquilidad mirando a Kun amenazadoramente. 

⎯Mis asuntos no son de tu incumbencia⎯le dijo.

Kun sintió cómo lo separaban de Xen pero se sujetó fuertemente al cuello del otro empujándolo contra su propio auto.

⎯Demonios, Xen, no dejé ir a Lian para que la engañes⎯dijo Kun, diciendo lo primero que pasó por su mente.

誠 Mientes → Qian KunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora