Él asintió.

—Estoy demasiado borracho esta noche —admitió, todavía abrazándola bastante fuerte—. La mente está dispuesta, pero el cuerpo no. Un estado tan cruel.

—Debería meterte a la cama.

—No soy un bebé —él reclamó y las implicaciones fueron que aún no estaba listo para acostarse, estaba de humor para hablar. Aunque esto podría ser interesante, era raro que ella se enterara de qué tenía en mente, aparte de las fiestas y el sexo.

—¿Tienes hambre? —preguntó y él negó lentamente con la cabeza.

—Realmente tienes ojos deslumbrantes —musitó. Hermione se encogió, oh por favor no el discurso borracho de "no eres completamente fea". Tal vez su mente realmente viajó lejos de esos dos temas—. No pienses que no he notado las miradas codiciosas que te dan. Pequeña zorra, jugando con los niños.

—No lo hago —Hermione dijo, indignada.

—Puedo verlo en sus ojos, lo que quieren hacer contigo. Y no pueden porque eres mía —rio, pero perdió la mirada de complacencia y se puso muy serio de nuevo.

—Déjame mostrarte algo —comentó.

—Es tarde. Deberías... —Hermione no quería jugar, ciertamente no quería oír hablar de su orgullo de posesión. Ella sólo quería irse a casa.

Él la calló y la arrastró de vuelta a la chimenea. —número doce de Grimmauld Place —dijo y comenzaron a girar.

Hermione no estaba segura de lo que él quería mostrarle y ahora se sentía un poco ansiosa. Al parecer, sabía exactamente dónde quería ir y la arrastró por las escaleras, aunque de una manera errática. Pasó por el dormitorio y siguió subiendo otro tramo de escaleras.

No llegaron a la parte superior de la casa, pero accedieron a otra serie de escaleras ocultas que obviamente llevaban al ático. Un lugar extraño para ir.

Caminó en la habitación iluminada sólo por la luz de la luna de una pequeña ventana y recuperó dos cajas. Hermione todavía estaba de pie en las escaleras mientras él le acercaba las cajas.

Lo primero que notó fue el tintero de la pluma de Harry.

—Esto es... —musitó y lentamente se acercó.

—Estas son todas las cosas de él que estaban aquí —dijo—. Deberías tenerlas.

Hermione se sentó en la escalera con la caja y lentamente miró a través de las cosas. En realidad, algunas de ellas eran cosas que ella le había dado a Harry en sus cumpleaños.

—Gracias —dijo, sintiéndose muy agradecida de que él pensaría en darle eso.

Draco se sentó en las escaleras, apenas un peldaño más arriba de ella.

—Debe tenerlo alguien que lo aprecie —repuso—. Parece que nadie lo hace.

Hermione no dijo nada.

—Odiaba al idiota, pero sé que este mundo sería una mierda si no hubiera sido por él —declaró Draco—. La mayoría no sabe cómo era el Señor Oscuro. No tienen idea de en qué se habría convertido este mundo.

—Supongo que esta es una mejora —comentó.

—Para la mayoría —explicó y supo que él la estaba reconociendo a ella y a su clase como la excepción a la regla.

—Podría ser mejor.

—Podría ser mucho peor —objetó, aparentemente estaba mucho más sobrio ahora.

Absolutamente despreciableWhere stories live. Discover now