Capítulo 25

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Penúltimo capítulo D:

—Es que... yo...

Me miré de nuevo en el espejo con una mueca de indecisión. Mi madre, Mary, Agnes, Naya, Sue y Shanon, sentadas en el alargado sofá de seda, tenían sonrisas expectantes. 

Bueno, Sue solo estaba de brazos cruzados con cara de desear que eso terminara. La verdad es que no me esperaba que viniera a ver vestidos de novia, pero ni siquiera había protestado.

—¿Qué? —preguntó mamá, entusiasmada—. ¿No es genial?

Mi mirada se desvió al enorme y pomposo vestido blanco con velo, hombreras y un escote que casi hizo que Mary se desmayara. 

No, no era genial. Parecía sacada de una película de terror de los sesenta.

—Mamá... —me aclaré la garganta—, es que... mhm... tenía en mente... algo... distinto.

—¿Algo distinto? —preguntó ella, confusa.

—Algo mejor —aclaró Sue.

Ella, Shanon y Agnes empezaron a reírse entre ellas. Lo que les faltaba a esas tres. Hacerse amiguitas.

Mary les dirigió una mirada de advertencia y las tres pararon.

—¿Y qué...? —preguntó Naya, que estaba ocupada intentando ajustar mejor la chaquetita que llevaba Jane—. ¿Te quieres estar quieta, pequeño diablillo?

—¡Dah! —le gritó ella, tirándole del pelo.

Naya puso una mueca de desesperación y Mary la miró como si la entendiera a la perfección.

—¿Quieres que me encargue yo, querida?

—Por favor. O mataré a mi hija.

Mientras Mary sujetaba a Jane —que, en cuanto dejaba los brazos de Naya, se volvía un angelito— y le ponía bien la prenda, miré a mamá. Ella ya empezaba a poner una mueca dramática.

—¡Ya no te gusta nada de lo que te digo! 

—Mamá, venga, no seas así —protestó Shanon—. Es su boda. Tiene que estar cómoda.

—¡Pero... yo soy su madre! ¡Tengo derecho a opinar!

—Y vas a opinar, pero sobre el vestido que ella quiera —mi hermana me miró y yo gesticulé un gracias—. ¿Qué tienes en mente?

—Algo menos... más... —no encontraba palabras que no fueran ofensivas cuando me giré y miré abajo—. Es que no puedo ni moverme. Me siento como si estuviera en un ataúd blanco.

—Interesante comparación —murmuró Sue.

—Quieres algo más sencillo, ¿no? —preguntó Agnes.

—¡Exacto! —por fin alguien que lo entendía—. Sin hombreras, y faldas de dos metros de anchura... algo sencillo. Si estaremos en una playa...

—No me lo recuerdes —protestó mamá, todavía enfurruñada. La boda no estaba saliendo como ella quería.

—Pues a mí me gusta la idea de la playa —dijo Mary, devolviéndole a Naya su hija—. Es original. Y será en la playa que hay delante de casa de tus padres, ¿no, querida? 

—Sí —puse una mueca—. Habrá que quitar las botellas de alcohol vacías de la arena.

—Un lugar paradisíaco —murmuró Shanon.

—Bueno —la chica de la tienda se había mantenido al margen hasta ese momento, pero al mi cara con el vestido, se apresuró a adelantarse—, ¿quieres que te traiga algo más sencillo? Tenemos vestidos bastante bohemios.

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora