Capítulo 9

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—¿Te falta mucho? —preguntó Sue aporreando la puerta del cuarto de baño.

—¡Un momento! —grité como pude mientras me repasaba el labial rojo.

Me miré un momento. Llevaba un vestido negro corto, mis medias favoritas y mis botas también favoritas. Y tenía el maquillaje bien puesto. El pelo tampoco estaba mal.

Entonces, ¿por qué me sentía tan insegura?

Me miré a mí misma y tragué saliva antes de lanzar el labial a mi bolso.

—¿Te falta...?

Abrí la puerta de golpe y me quedé mirándola. Sue no se había arreglado mucho. Iba como siempre, solo que con el pelo recogido. Había dicho que era por si vomitaba.

—Lista —sonreí.

—Ya era hora —puso los ojos en blanco.

La seguí hacia el salón, colgándome el bolso del hombro. Will y Ross estaban en el sofá bostezando.

—¿Para qué meterle prisa? —preguntó Ross—. Si Naya va a hacer que nos esperemos media hora más.

—Porque cuando Naya ve que la esperamos, se da más prisa —sonrió Will, poniéndose de pie y sonriéndome amablemente—. Qué guapa vas, Jenna.

—Igualmente —le di una palmadita en el brazo.

—Gracias por decírmelo a mí también —Sue se cruzó de brazos.

—Pensé que no te gustaría que te hablara —dijo Will, confuso—. En general. Nunca.

—Es cierto —le concedió ella, antes de girarse hacia Ross—. ¿Se puede saber a qué esperas?

Él me estaba mirando fijamente el vestido. Cuando Sue le habló, parpadeó y se puso de pie rápidamente, siguiéndonos.

—Vamos a emborracharnos —dije, entrando al ascensor.

—A que todo el mundo se emborrache menos yo que tengo que conducir —Ross sonrió irónicamente.

Subimos al coche de Ross y me senté junto a él mientras Will llamaba a Naya, diciéndole que ya íbamos a buscarla. Por supuesto, cuando llegamos a la residencia tuvo que salir para ir a buscarla. Nos quedamos los tres escuchando la música en silencio hasta que Sue suspiró.

—Se acabó —dijo—. Ya han pasado más de cinco minutos. Como los pille follando, pienso matarlos.

Salió del coche hecha una furia y escuché un gritito de Chris diciéndole que no podía pasar antes de que la puerta se volviera a cerrar.

Y ahí empezó el silencio tenso. Pero de otra clase de tensión.

Últimamente, habíamos tenido muchos de esos silencios. Eran raros. Como si alguien quisiera decir algo, pero no llegara a hacerlo. Yo misma sentía que tenía algo que decir, pero no sabía muy bien el qué, así que me quedaba en silencio. Como él.

Repiqueteé los dedos en mis rodillas cuando noté que Ross me miraba de reojo. Cuando me giré hacia él, él se giró hacia el volante. Así unas cuantas veces. Por alguna razón, tenía la boca seca. Lo cierto era que él también se había vestido bien. Llevaba una chaqueta de cuero que nunca le había visto puesta pero que le quedaba genial. Y... bueno, no sé. Se veía muy bien. Sin más.

—Parece que tardan —dije, al final, intentando romper el silencio incómodo.

—Eso parece —murmuró él, asintiendo con la cabeza.

Tragué saliva y volví a mirar la puerta de la residencia, que seguía sin abrirse. Intenté pensar en cualquier cosa que decir.

—Nunca te había visto con un vestido —me dijo él, haciendo que me girara.

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora