Capítulo 1 - Quedarme solo

114 9 1
                                    

Aclaraciones a la hora de leer.

"" - Comillas, pensamientos o recuerdos de los pokemon.

- - Guión, diálogos y frases. Se usa entre humanos, y entre pokemon.

Letra cursiva - Voces de pokemon cuando hablan con los humanos. Lleva detrás la traducción que obviamente los humanos no escuchan. Ej:

- ¡Son el Team Rocket!
- ¡Pika, Pikachu! ¡Son ellos otra vez!

De momento eso es todo, así que, que empiecen las aventuras de Rowlet!

------------------------------------

"Era mi gran día, el día en que mi vida cambiaría por completo. Mis compañeros me decían que era genial, adorable y dulce, que no tendría problemas para encontrar a un entrenador que me quisiese. Que nunca me quedaría solo... pero no fue así"

Rowlet estaba de pie sobre esa plataforma inicial mirando cómo esa pareja de entrenadores tomaban en brazos a sus compañeros Popplio y Litten. No había nadie más. No había un tercer entrenador para él, sólo quedaban las caras de alegría de sus compañeros y sus nuevos dueños.

Justo cuando ellos se marcharon para combatir por primera vez, todo el peso de la soledad cayó sobre el pequeño Rowlet. Se había quedado sin compañeros y sin entrenador.

El Kahuna de Melemele, Kaudan, se sentó a su lado, y Rowlet giró la cabeza hacia él sin mover su cuerpo redondo.

- Bueno, Rowlet... hoy no ha sido tu día... - dijo Kaudan con un suspiro.

Rowlet no le dijo nada, pero sus ojos tristes le mostraban al viejo kahuna su decepción. El sabio acarició su barriguita con el dorso de su dedo para intentar animarle.

 - Alégrate por tus compañeros, Rowlet, por los aplausos de Popplio y el ronroneo de Litten que son de pura felicidad, al igual que las sonrisas de sus entrenadores.

Rowlet se sentía bien por ellos en el fondo, pero su pena le ganaba. Kaudan volvió a suspirar y se levantó tomando su pokeball.

 - Lamentándolo, Rowlet, sólo teníamos a dos niños esta vez...

Y antes de darse cuenta, el pequeño estaba dentro de la pokeball.

"No hay entrenador para mí... y me he quedado sin compañeros. ¿Qué será de mí ahora? ¿A dónde me van a llevar? No quiero quedarme solo... por favor, señor Kahuna... puedo esperar... puedo esperar a que aparezca un entrenador que me quiera..."

Cuando Rowlet salió de la pokeball, miró a su alrededor. Estaba en una ruta que no conocía. Giró su cabeza 180º para mirar a Kaudan.

 - Chico, ahora eres libre. Te libero de tu pokeball para que comiences tu nueva vida en Alola. Buena suerte.

Y girándose, el kahuna se marchó caminando. Rowlet se giró y dio un par de pasos torpes hacia él, intentando llamar su atención, pero no conseguía nada. Finalmente, se quedó de pie, en medio de aquella ruta, sin saber dónde estaba, a dónde ir o ni siquiera dónde comer y dormir.

Rowlet no podía ser cómo los demás Rowlets que nacen en libertad. Él se había acostumbrado a dormir en la noche y a ser activo en el día, ni siquiera podía tener su horario nocturno.

Dio un pequeño saltito y echó a volar mirando la zona desde lo alto. Habían muy pocas personas y no parecían interesados ahora en los pokemon, sólo de pasear y hacer ejercicio.

Descendió el vuelo cuando vio una playa cercana y se posó en la arena, mirando el mar al fondo. Los sonidos de las olas me recordaron a su compañero Popplio, que seguramente, ahora estaría siendo achuchado por su entrenadora.

Dio un pequeño suspiro y notó su tripa gruñir de hambre. Miró a su alrededor.

"Espero que por aquí haya un poco de comida pokemon..."

Vio una palmera a un lado de la playa y caminó hacia ella. Cuál fue su alegría al ver bajo esta un montón de bayas.

"¡Bayas! Tengo entendido que sirven para la salud y problemas de estado, pero la verdad es que son muy sabrosas" - pensó con ojos brillantes.

Voló rápidamente hacia ellas, pero cuando iba a agarrar una, del centro del montón de bayas apareció un pokemon con muy malas pulgas. Un Crabrawler puso sus pinzas moviendolas como puños entre él y el pequeño Rowlet.

- ¡Alto ahí, ladrón! - le gritó - ¡No te vas a llevar ni una de mis bayas!

- ¡Ah! - Rowlet retrocedió de un salto.

- ¡No tengo miedo de hacerte frente aunque sea de un tipo doblemente débil ante ti! ¡Mis bayas son mías! ¡Todas!

- ¡P-Perdón!

Y dando una aleteada rápida, huyó de allí mientras el Crabrawler recogía sus bayas maldiciendo en voz baja.

Rowlet se fue a la otra punta de la playa y se paró en la arena, dando un suspiro de resignación. No lo entendía. Ellos tres compartían siempre la comida y las bayas, aunque siempre había alguna que otra pelea entre Litten y Popplio. ¿Por qué ese pokemon no ayuda a quien lo necesita? Él tiene tantas bayas...

Su tripa volvió y rugir y Rowlet se encogió en la arena, mientras miraba el mar, pensando en qué hacer para encontrar algo de comer y un lugar dónde dormir.

Cerró los ojos pensando en su antiguo hogar, cuando de pronto, a sus espaldas, escuchó:

- ¿Pelota?

Rowlet abrió los ojos y parpadeó, y antes de girar su cabeza, volvió a escuchar...

- ¡Pelota!

Rowlet se giró a mirar y dio un chillido asustado y abrió las alas para defenderse.

Rowlet y el Arquero FantasmaWhere stories live. Discover now