Violetta

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La ira me invadía y mis manos involuntariamente forzaban su agarre. Su mirada temerosa pedía en silencio compasión y piedad, mas no podía parar, mis demonios estaba libres y mis miedos yacían encerrados bajo llave. Poco a poco su palidez desaparecía mostrado en su piel un color violeta muy lindo, cálido, cual atardecer besando la noche. Sonreí al ver su expresión de agonía. Por fin, ella tendría lo que quería.

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