Noche silenciosa

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Jamás había dado resultado hasta aquella noche de verano en la que el ser menos esperado se presentó gratamente en mi habitación. Tantas veces intentando e intentando y nunca funcionaba; hasta que por fin ese día llego.

—Dime ¿Para que me has llamado?

Su voz gruesa y seca me hizo estremecer, era algo normal, nunca la había escuchado antes, sin embargo no me daba temor, mas me daba un dulce sentimiento de alivio,

Tenía una tarea para él. Algo que me molestaba hace mucho, pero mucho tiempo.

—Necesito que hagas algo por mí.

Sus ojos en llamas celestes, me observaban con expectación.

—¿Estas dispuesta a pagar el precio?

Era evidente que lo estaba, porque lo necesitaba con todo mi ser. Ya estaba harta de todo y de todos. Necesitaba descansar de esta vida, de este sufrimiento, ruidoso y lleno de penumbra.

—Esta bien, si tu así lo quieres, dime en qué puedo ayudarte.

Lo había planeado todo con anticipación, lista para dejar esta vida y pasar a una mejor.

Lo lleve a fuera, subimos al techo y charlamos de todo un poco, nuestras vidas, nuestras ilusiones y decepciones. Esperaba el momento exacto para pedirle el gran favor.

Le conté sobre mis vecinos, mientras ellos comenzaban sus cotidianas fiestas nocturnas, las cuales, nunca fueron de mi agrado. Todos bebiendo, fumando, disfrutando de la ruidosa y fatigosa música que tanto me molestaba y que muy pronto mis oídos dejarían de escuchar, mis ojos dejarían de ver y mis sentidos podrían estar tranquilos.

Llego mi momento esperado, cuando la luna había llegado a su punto más alto, cuando la noche se encontraba en la cumbre del tiempo, cuando ya estaba lista para dar mi gran salto de fe.

Confiaba en él, sabía que jamás me fallaría porque habíamos hecho un trato fascinante.

—¿Estas lista? Obsérvalos muy bien, observa este mundo muy bien, porque será la ultima vez que lo veras.

Por un momento sentí miedo, pero ese temor se torno en alegría al recordar las cosas buenas que con ello traería.

Observe la luna por ultima vez esa noche. Vi las estrellas, como nunca las había visto antes. Sentí calidez y mucha paz. Tenía la certeza de que todo cambiaría para mi bien.

—Una sola cosa te pido. Hazlo en silencio ¿Si? Quiero dormir tranquila, tan siquiera esta noche.

Lo abrace con todas mis fuerzas, mientras susurraba un gracias y acto seguido lo deje solo. Salte al patio. Entré a la casa y me acosté en mi cómoda cama.

Al cerrar mis ojos pude escuchar el silencio que se había producido, la música se había detenido, ni siquiera el canto de los grillos se podría presenciar, y un incesante sonido leve de quejidos y lamentos inundo el ambiente.

Por fin podría dormir tranquila, de ahí en adelante ellos ya no me molestarían más.

Ahora solo me quedaba esperar el momento en que Hades viniera por mi alma y así poder saldar mi deuda.

Mi Diario En CuentosWhere stories live. Discover now