26. Historia.

1.5K 161 75
                                    


Asentí con anticipación y tiré mi mano a mi mochila que aún descansaba en el piso,  de donde saqué lubricante y un condón.

—¿Por qué tenías eso? —quiso saber con notable molestia.

—Porque me iba a encontrar contigo en un lugar que no conocía y tenía la esperanza que algo pasara entre nosotros —me encogí de hombros y volví a traerlo sobre mi cuerpo. Esta vez me senté apoyando mi espalda contra la pared y Milo quedó a horcadas sobre mí.

Tragó saliva y buscó mi boca mientras mi mano se dirigía a su trasero e intentaba comenzar a prepararlo. Claro que con Milo nada era fácil.

—Leí sobre esto, mucho... sé cómo es, pero no pensé en cómo me sentiría —aseguró resistiéndose.

Mis labios fueron de inmediato a su cuello y le susurré que no se preocupara, que lo cuidaría. Asintió y me dejó continuar con los toqueteos, no sólo en su trasero, me ocupé de su miembro, tanto y tan bien, que antes si quiera de poder unirme con él, ya había alcanzado el orgasmo. Me di cuenta cuando había llegado a la parte sensible de la que tanto se oía hablar, su respiración cambió de inmediato, se apretó contra mis dedos y hasta fue él quién se movió para repetir la sensación. Se pegó más a mi cuerpo mientras me pedía que me detuviera y jadeó con fuerzas antes de venirse sobre su vientre aferrándose con fuerzas a mi cuerpo.

—Eso fue... —suspiró y no pudo continuar porque mi mano se apretó en su sexo quitándole la respiración por unos segundos.

Volvió a besarme, esta vez más tranquilo, sin dejar de verme en ningún momento. Correspondí su mirada y lo apreté contra mí para que notara cuán excitado me encontraba, para que supiera que él era el responsable de todo aquello. La vista de su rostro era exquisita, él se veía completamente sensual y sus jadeos me ponían realmente en situación.

—Nash... —jadeó friccionando su miembro contra el mío cuando mis dedos se movieron otra vez a su trasero. Su respiración agitada, su aliento cálido, todo era perfecto en ese momento. —Te quiero a ti, es suficiente, te quiero a ti.

Lo observé unos largos segundos antes de asentir. Por supuesto que yo también quería estar dentro de él, lo deseaba incluso más que el aire que respiraba en ese momento, pero necesitaba que Milo lo dijera, que él lo deseara tanto como yo.

Lo recosté sobre su espalda y me entrecolé en sus piernas sin dejar de admirar su magnífico cuerpo. Bajé mis labios a su pecho y sentí un cosquilleo recorrer todo mi cuerpo cuando sus cálidas manos se entremezclaron en mi cabello para dirigirme a sus labios. Tragué saliva antes de presionar mi miembro contra su entrada y respiré profundamente sin dejar de observarlo cuando empujé con cuidado. Yo también estaba nervioso también, quería aquello, necesitaba hacerlo porque la presión en mi pene se había vuelta dolorosa, pero no quería lastimar a Milo.

—Dime si te duele —pedí con voz ronca intentando en vano controlar mi agitada respiración. Milo no se estaba resistiendo, se sentía increíble, pero no me animaba a presionar más que lo que había llegado en ese momento.  

—Vamos... —suplicó empujándose contra mí. Buscó mi rostro y me sonrió con amabilidad antes de afirmarse de mi espalda. —Necesito sentirte Nash...

—Lo sé—aseguré respirando con dificultad empujando hasta finalmente estar conectado completamente con él, robándole un fuerte quejido. —Lo lamento..

—No, no es eso —jadeó quedándose quieto, adaptándose a mí. Tragó saliva y buscó mi boca que respondió inmediato. —Muévete, por favor, muévete.

Asentí levemente y besé su frente antes de comenzar a moverme, muy despacio, dándole tiempo a que se acostumbrara a mí. Acaricié su sexo mientras tanto, tenía la esperanza que lo hiciera olvidar un poco del dolor que estaba sintiendo en ese momento. Pero claro que no fue mucho lo que pasó hasta que toqué el punto clave. Milo jadeó con fuerzas y me miró sorprendido, incluso más que antes cuando había sido mis dedos los que lo habían tocado. Movió sus caderas y me pidió que lo hiciera de nuevo, que no me detuviera, rogó por más afirmándose con fuerzas a mi espalda y respirando con sensualidad sobre mi rostro que no paraba de mirar lo maravilloso que se veía ese hombre jadeando mi nombre y pidiendo por más. 

Temporal: Presente FuturoWhere stories live. Discover now