¿Niño o Niña?

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Pasaron un par de semanas y todo iba de maravilla entre las chicas. Lena hizo que poco a poco Kara fuera cediendo sobre el sexo, y la verdad es que comenzaron a hacerlo tan seguido como conejos. Sin embargo, un pequeño evento "arriesgo" todo. Kara y Lena estaban frente al televisor comiendo botanas cuando la morena se acercó a su chica para besarla, en eso el olor del perfume de Kara la hizo sentir náuseas y sin poder evitarlo, vomitó ahí mismo. Manchó el mueble y a su chica, quien inmediatamente se preocupó por Lena.

- ¿Estás bien? -preguntó sin recibir respuesta, puesto que la morena estaba súper apenada con el suceso. Kara se levantó a buscar agua para Lena, y también agarró algo con que limpiar. Le dio el vaso a la morena y comenzó a limpiar el mueble.

- Lee ¿estás bien? -volvió a preguntar.

- Sí, sí. Dios Kara, lo siento tanto. Perdóname. Tu perfume... el bebé... náuseas -trataba de explicar

- Amor, no te preocupes. Está bien. -La ojo azul terminó de limpiar y ambas subieron a ponerse ropa limpia.

Desde ese día Lena comenzó a sufrir la preocupación de que tal vez Kara ya no se sentiría atraída por ella, y cuando el cuerpo de Lena comenzara a cambiar y a subir de peso, mucho menos.

- No sé que haré Eliza. No he podido besar a Kara desde que eso pasó, hace tres días. Sólo recordarlo, me avergüenza. -La morena le contaba a su suegra, sus temores.

- Lee, sabes que mi hija no va a dejar de quererte por eso. Y créeme, podrás tener todos los kilos del mundo y ella aún te vería como la mujer más hermosa. Lena, ella te ama, te ha amado desde hace mucho y así continuará siendo, punto.

Después de haberse desahogado con Eliza, la morena se sentía más tranquila. Lena llegó a casa y vio una cena romántica preparada sobre la mesa. Había velas y música de fondo. Kara la recibió bien arreglada y con una sonrisa.

- Hola Lena. Espero que esto ayude a que ya no estés enojada conmigo -dijo Kara tímidamente- Confieso que no sé que hice, pero me disculpo de antemano -Lena la miraba confundida.

- Yo no estoy enojada contigo.

- Pero has estado rara conmigo y no me has dejado ni darte un beso en tres días. -Explicó la rubia. Lena sonrió y se acercó a ella, tomó su cabeza entre las manos y le plantó un gran beso. Después de eso Lena le explicó todo a su chica.

- Perdón si te hice sentir mal -se disculpó la morena.

- Admito que me pone algo triste saber que no confiaras en mí y en mi amor. Yo siempre te amaré y siempre me sentiré atraída hacia ti. Si aún fuera hombre, creo que tendría una erección casi el 90% del tiempo por tu culpa -bromeó- Y en todo caso, debiste haber hablado conmigo sobre lo que sucedía.

- Lo sé. Lo siento -dijo una apenada Lena.

Antes de que la noche terminara, las chicas ya se habían reconciliado dos veces.

Kara y Lena se encontraban en la clínica, esperando a ser atendidas por la doctora. Kara, como siempre, leía revistas sobre cuidados en el embarazo y Lena escuchaba música en su MP3. Mientras esperaban, un grupo de internos pasó por ahí. Tenían unos minutos de descanso y aprovecharon para tomar algo de la máquina de sodas. La morena pudo notar como dos chicos miraron a Kara y asumió que comentaron lo bien que estaba. Lena trató de ignorar la situación, pues los chicos ya estaban conversando con sus compañeros, y en realidad no habían hecho nada malo. En eso, su mirada se fijó en una pelirroja que no dejaba de mirar a Kara; la escaneaba de arriba abajo, mientras se mordía el labio. La morena comenzó a hervir de ira; prácticamente nunca sentía celos cuando un chico veía a su chica, pero si era una mujer, sus celos se disparaban. Trató de calmarse, pues sabía que los corajes podían hacerle daño al bebé. Sin embargo, Lena vio que la pelirroja ya había notado su enojo y lo que pasaba, y en vez de mirar a otro lado, la retó y comenzó a mirar más intensamente a Kara, casi desnudándola con la mirada. La ojo azul seguía metida en su lectura y ni cuenta se daba de la situación. Lena miró con rabia a la pelirroja, si las miradas mataran, pero entendió que no había razón para enojarse. Kara era su novia, vivían juntas, se amaban, y una pelirroja no cambiaría eso. La morena tomó la mano de Kara entre la suya, entrelazando sus dedos, y la ojo azul giró el rostro para verla.

Aun en la muerte (Supercorp)Where stories live. Discover now