Capítulo Uno

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Bianca

—Bianca, siamo arrivati, svegliati tesoro (Bianca, ya hemos llegado, despierta cariño). —Escucho como la voz suave pero varonil de mi hermano se dirige hacia mí. Me remuevo en mi sitio, ya que los viajes en cualquier vehículo por muy cortos o extensos que lleguen a ser, me inducen melatonina en el cerebro y hacen que mi cuerpo se relaje sobre el caliente y húmedo asiento, esto último debido al sudor que reposa debajo de mis muslos, a causa de la incipiente temperatura atmosférica. Además, el viaje fue extenso, y no estuve durmiendo en el avión, precisamente.

Me vuelvo a acomodar en la cama del avión; tomo mi libreta y empiezo a escribir un par de actividades que debo hacer cuando aterricemos en el aeropuerto.

Punto número uno: crear en mi habitación un pequeño estudio de grabación.

—Hermana, ¿estás nerviosa? —Me pregunta Adone con un tono de voz burlón. Lo miro directamente a los ojos con una expresión seria en mi rostro, él sabe perfectamente cual es la respuesta.

Pensándolo mejor, creo que primero debería sacar las cosas que traigo en mis maletas, acomodarlas y luego organizar toda la recamara, para seguidamente proceder a realizar lo que escribí con tinta morada como punto número uno; entonces, este sería el punto cero de la lista.

—Tan ruda como para defenderse de los pervertidos... y le asustan los aviones —comenta después, sonriendo. Yo alzo una ceja y desvío la mirada para anotar el punto número dos: hacerle una broma pesada a Adone.

Por que sí. Porque me picó.

—Chiudi la bocca (cierra la boca) —espeto con tono frío, tomando como consecuencia la risa de mi hermano, pero puedo detectar un deje de tristeza en sus gestos, en sus facciones... Sé que a él no le gusta que mi actitud sea demasiado cortante, pero... Es difícil ser como era antes, como creo ser en realidad, me cuesta ser espontánea puesto que ya no me siento cómoda ni segura demostrando algo que quizás no pueda ofrecer verdaderamente por completo a los demás. Principalmente a mí.

—Este va a ser un viaje largo, así que aprovecha en dormir unas horas. —Cambia radicalmente de tema, sabiendo que es mejor dejar de apretar las cuerdas. Es preferible no proseguir por un sendero oscuro y probablemente sin salida, sendero, que yo misma construí piedra a piedra.

—Seguiré escribiendo un rato más —contesto, a lo que él asiente abrazándome; yo me acoplo mejor a su cuerpo y a la posición en la que estamos, mi anatomía dándole la espalda y la suya envolviéndome. Seguidamente intento escribir el tercer punto de la lista: intentar ser más... Natural. Mi hermano observa lo que escribo y les aseguro que debe estar sonriendo debido al punto recién tatuado en el papel.

—Promete que vas a intentar ser la Bellerose que yo conozco a la perfección, pase lo que pase. —Me susurra en el oído y empieza a jugar con nuestros pies, haciéndome reír un poco.

—Prometo intentarlo. —Le aseguro, tomando su mano entre las mías y depositando un beso en la fría y lisa piel de sus nudillos.

—¿Por ti?

Suspiro. —Por mí. —Sonrío.

—¿Por qué no jugamos a las rimas volátiles? —Acaricia el hombro que tengo descubierto, por el top de tirantes amarillento que cubre mi pecho. Me sobresalto por su tacto, y dudo un poco antes de dictar mi decisión.

—Está bien. —Dejo a un lado mi libreta junto con el bolígrafo, y proceso a entrelazar los dedos de mis manos con los de mi hermano. Aquí viene el desastre...

Unidos por el arteWhere stories live. Discover now