Capítulo 4

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Gabriel

Veinticuatro horas antes.

Doy un paso dentro de la casa de mi madre cuando me encuentro a todos los miembros de mi familia ahí, excepto uno: Roberto. Todos dejan de hablar al verme entrar y ahora me están viendo en silencio. En la sala están mi madre y su esposo, Víctor; mi hermana mayor, Jessie y su esposo, Ian; Catalina y su ―por ahora― novio, Ethan. Estos últimos en sillones individuales a la izquierda, mientras que el resto ha tomado lugar en el lugar más grande excepto el esposo de Jessie, que está junto a mi hermano menor quién tiene puesto unos audífonos enormes en las orejas y es el único que actúa normal ante mi presencia.

―Buenas noches. ―Saludo. Nadie me responde. Mi madre está sosteniendo una copa de vino a la que ni siquiera le ha dado un trago. Víctor está sosteniendo un pedazo de pastel de chocolate al que acaba de darle un bocado. Catalina, quién es la más charlatana de todos, ha quitado la mirada de mí y finge estar concentrada en sus zapatos, su novio se traga la bebida de golpe y mi hermana mayor, Jessie, es la primera en esbozar una sonrisa y responder:

―Buenas noches, Gabriel. ―Entonces todos dicen lo mismo en coro, como robots; excepto Elías quién todavía está tecleando en su laptop sin percatarse de su alrededor. Él siempre es así, lo sospechoso es la actitud de todos los demás.

―Buenas noches. ―Entra Juan, mi amigo. Se había quedado afuera mientras hablaba por teléfono, ahora está junto a mí y también se da cuenta del ambiente extraño y tenso que hay en la sala cuando todos también le contestan lo mismo en coro. ―Qué gusto estar aquí... ―Esta bien podría ser una escena donde canten grillos y toda la cosa. Al ver que nadie está dispuesto a responder. Se vuelve a mí sacándose el teléfono celular del bolsillo y dice: ―Tengo que atender esta otra llamada. Permiso.

Y se va, genial.

Bien, sabía de antemano que no tenía que venir a esta «reunión», yo no me creo las «cenas en familia» de mi madre, incluso se lo había dicho a Juan todo el camino, pero él insistía que no era probable que mi familia ya lo supiera todo. Lo que no sé, es que tanto sabía mi madre antes que yo.

―Está bien, hagamos esto rápido porque tengo que trabajar y tengo hambre. ―Intento sonar relajado. Camino en dirección a mi madre que, por primera vez, esboza una sonrisa cuando le beso la mejilla. Saludo a Víctor y a los demás, le doy un abrazo a Jessica y entonces, de nuevo, ese silencio perturbador que está comenzando a darme escalofríos. ―¿Dónde está Ian? ―Es mi sobrino, quién también se llama igual que su papá. Tomo lugar en el espacio vacío al lado de mi madre. Mi hermana mayor me responde rápido, pero no lo hace de la forma que suele hacerlo.

―Se durmió. ―Se pone de pie. ―Por cierto, iré a ver cómo está.

―Yo iré con ella ―Ahora es su esposo. Se va detrás de ella y ahora el único sonido que se escucha son los pasos de los dos hacia el segundo piso.

―Bien, yo también tengo hambre. ―Ahora Catalina. ―Mamá, ¿podemos cenar ya por favor? Tengo que salir, luego te molesta que vuelva después de las doce.

Hasta el tono de Catalina me resulta extraño. No es demandante y prepotente como suele hacerlo. Más bien parece algo actuado. Mi madre ni siquiera le riñe, lo único que hace es volverse a Víctor y preguntar:

―Cariño, ve con Elías a ver qué le pasa a mi computadora, creo que se averió.

―Tu computadora está bien. ―Habla mi hermano entonces. Ella le lanza una mirada asesina y Elías, después de soltar un suspiro, se pone de pie tomando sus cosas y dice: ―Vamos papá, tenemos que «arreglar» esa computadora. ―Incluso hace comillas con las manos y mi madre aprieta los labios con fuerza.

Se busca novia © (Disponible en Amazon 🌸Digital, Papel y Kindle Ilimitado🌸)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora