La desgracia de un wyyrlok es la fortuna de un hombre.

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Lonnix se estiró pesadamente en la entrada de la Fortaleza, tenía a Plünderer (su hacha-blaster) de vuelta en donde pertenecía y el resto de sus pertenencias, y caminó en dirección al muelle para buscar trabajo e irse de aquí. Portaba con gusto su traje favorito de capitán, el mismo que había usado en cada una de sus batallas importantes y que hacía que todo el mundo lo volteara a ver. No era que le gustara ser el centro de atención pero, si era a causa de su traje de Capitán Wyyrlok y su capa negra de General Merodeador, no le disgustaba.

Iba ya en dirección a su destino cuando una voz familiar lo hizo detenerse.

-¡Capitán Goldsworthy!- Lo nombraron.

Se dio la vuelta y se topó con un general de la Guardia Real de piel azul, ojos negros y un elegante traje a la medida con sus condecoraciones. Acompañado de su segundo al mando, un novato y sus 4 asistentes robóticos.

-Escuché de su liberación esta mañana- su voz sonaba apagada, intimidante y elegante, como siempre. A Lonnix no lo impresionaba -Me preguntaba si le importaría que lo escoltáramos para garantizar su seguridad. Como sabe, estamos pasando por tiempos difíciles...

El wyyrlok lo miró de arriba abajo y también a su escuadrón. Pensó que habría podido acabarlos a los 7 sin problemas el día de anterior y ahorrarse la noche en el infierno. Pero eso es lo que hubiera hecho en otros tiempos.

-Como guste.- Lo miró con indiferencia, se dio media vuelta y caminó hacia el puerto.

Los oficiales de la guardia hicieron una formación para mantenerlo bien cubierto, en medio iban Sir Aaron, el cyborg Lucilius, su segundo al mando, y el capitán Lonnix.

Durante el camino, Sir Aaron compartió una larga plática con el Capitán acerca de tácticas de combate en la guerra, estrategias militares y filosofía. Lucilius de vez en cuando contribuía a la plática aunque sus participaciones eran mucho menos brillantes que las de los otros dos. Por su parte, Lonnix se mostró reacio a hablar al principio, pero a medida que fue avanzado la conversación se veía más interesado en la plática. Le agradaba el respeto con que el General se dirigía a él, aunque no olvidaba que por culpa suya había tenido que aguantar a SID toda la noche.

Antes de lo que pensaban ya habían llegado al puerto.

-Si me permite, me gustaría hacerle una última pregunta.

-Adelante.

-Usted dirigió los ataques a las lunas de Tritón y Titán durante las campañas del Señor de la Guerra- Lonnix lo miró interesado -Entiendo que Tritón fue una derrota humillante y una falta total de previsión, dejar así de desprotegida una de nuestras estaciones de defensa más grandes... Pero lo que no entiendo es ¿Cómo supo que sería mejor ignorar Calisto e ir a Titán? ¿Por qué arriesgarse a ir tan lejos, dejándolo sin muchas opciones de retirada, y a atacar una de las bases mejores defendidas del sistema solar? Y más aún ¿Por qué no tomar primero uno de nuestros centro de comercio más grandes? Eso nos habría dejado sin recursos y, personalmente, creo que habría concedido la victoria igualmente.

Lonnix lo miró curioso por cómo hablaba sobre dos de las derrotas más dolorosas de su imperio sin afectarle en lo más mínimo, además de sugerir que habría sido mejor atacar su lugar natal, en donde estaban teniendo esa conversación.

-Bueno... Calisto era tentador, pero no era mi misión. Una de sus desventajas, como debe saber, es que durante la Segunda Guerra su líder supremo había contratado a muchos merodeadores para proteger sus estaciones más alejadas. Cuando Tyranus, el poderoso, nos convocó para El Puño de Hierro- La campaña militar en la que los merodeadores derrotaron a todas las federaciones y alianzas- fue muy sencillo tomar varios de sus sistemas. Pero también significaba que teníamos conocimiento de la ubicación y contenido de muchas de sus estaciones; por eso Titán era prioritario, sabíamos que lo que ahí guardaban era mucho más importante que tomar Calisto. Fue una pelea más difícil, pero era mejor ir de lleno y aprovechar la baja moral, el poco tiempo que tenían y el factor sorpresa. Además, otra vez su exceso de confianza hizo que no protegieran su estación con tanto esmero. Y, con Titán y Tritón bajo nuestro mando, Calisto quedó sitiado y de toda formas no pudieron hacer uso de sus recursos. Me ahorré una batalla y conseguí ambos premios.

StardustWhere stories live. Discover now