La carrera

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Es un día espléndido, el sol brilla a pleno, las tribunas están colmadas de fanáticos que vitorean el nombre de su ídolo.

En la pista rugen los motores, impacientes por comenzar la batalla. No es una carrera cualquiera. Hoy se consagra como el piloto con mayor cantidad de triunfos en su corta trayectoria. Julián es muy joven pero viene preparándose toda su vida. En un rápido vistazo divisa a su madre que lo contempla con orgullo.

Al fin el banderillero da la orden: "¡Largada!", es una lucha sin cuartel, palmo a palmo. Los autos cortan el aire como cuchillas y el estridente sonido desata los gritos fervorosos del público.

¡Esto es la felicidad! De pronto, la imagen se vuelve difusa y Julián está en una sala oval, completamente blanca, el sonido de monitores y el resuello de los respiradores reinan en el silencio y le indican que no está solo; entonces toma conciencia del lugar en que se encuentra. En el fondo de la sala se puede leer "Unidad coronaria. Prohibido pasar". Entonces quiere volver a su sueño elegido, ese donde sube al podio para recibir el premio de campeón. Con la botella de champaña que le alcanzan moja a los felices espectadores y a través de la cortina de burbujas, su madre le tira un beso.  Se va hundiendo despacio en el letargo, cuando oye la voz que lo llama.

—¡Julián, Julián...mi amor!

Ahí está ella, con los ojos hundidos y los párpados casi negros dentro de las órbitas y llora, llora con desesperación, como sacudiéndose un gran peso. No es el llanto triste y resignado que él le conoce, es otro:  eufórico, limpio, distinto. Junto a ella el médico sonríe.

—¡Llegó hijo! ¡Llegó el corazón!

Él la mira, ese niño de 8 años la mira y descansa. Tal vez muy pronto no necesite cerrar los ojos para soñar. Ahora ya tiene una esperanza.

Cuentos ...que fueron llegandoWhere stories live. Discover now