¡Gracias, gracias, gracias!

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En el mundo de las palabras existen muchas que suenan bonito, pero ninguna tiene tanto significado como la palabra "gracias". En la recta final de este año, marcado por grandes cambios, llego a la conclusión de que algo bueno debo estar haciendo, porque me premiaron colocando en mi ruta personas maravillosas que embellecieron mi vida.

Desde los primeros meses, comencé a visitar el Hospital Universitario Odontológico de la Ciudad de La Plata, nunca había ido y  si pudiera volver el tiempo atrás, quizás estos pasillos hubieran cobijado mis pasos como estudiante. Así, en un día que no tenía nada de particular, conocí a una chica que en el último año de la carrera mantenía el mismo entusiasmo, curiosidad por saber y ganas de trabajar que, sospecho, tenía desde el comienzo.

"Mar del Plata, mi casa"—dice con orgullo— y no podría ser de otra manera, cuando su esbelta figura de exquisitos rasgos, queda enmarcada en una larga cabellera que cubre con una cofia a la hora de atender—. Si no la viera caminar pensaría que es una sirena. Hoy la dulce muchacha terminó mi tratamiento, ella, la que viene del mar. Y yo no puedo más que darle las gracias: ¡Gracias Lu! ¡Qué bueno que naciste! ¡Qué bueno que te conocí! ¡Gracias, gracias, gracias!...


Cuentos ...que fueron llegandoWhere stories live. Discover now