Carolina Diaz se mudó a España siguiendo sus ilusiones y sus sueños más locos. Tenía en su corazón una quimera a la que dejó de cuidarla lo suficiente como para que dejara de serlo. Ahora debe enfrentarse a sus fantasías vivientes mientras al mismo...
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Vacaciones. Cuánto las amo.
Hoy era el primer día de ellas. Treinta días muy largos que pensaba disfrutar como si no hubiera un mañana.
Lo primero que hice fue revisar mi instagram, porque qué horrible es tener un crush, o varios, como yo. Tienes que ir, porque si, a ver qué es de sus vidas. Y ni siquiera había cepillado mis dientes aún. Qué vergüenza, Carolina.
Algo que amaba de esta plataforma es que no tenía que trabajar mucho para conseguir las stories de mis bebés. El algoritmo puso a Pablo de primero. Él estaba entrenando. Era una belleza. Luego, vino Matteo. Él estaba paseando al perro. Aunque su perro me parece más decente que él, gracias. Todavía no podía superar que haya jugado conmigo como lo hizo.
Ustedes se preguntarán el porqué no lo he eliminado, silenciado o bloqueado. La respuesta es que una es tonta y siempre quiere saber todo. Yo me he hecho la indiferente. Hasta que encuentre otro crush, claro.
No había puesto más nada de la chica que mostró como su novia, y eso que desde la última vez habían pasado 30 días exactamente. Qué descaro, Matteo.
y por último, Daniel. Ay, Daniel...
Había conseguido su instagram tres días después de nuestra cita. Le había llevado el dibujo y él, luego de unas horas lo había posteado en sus historias, etiquetándome. Volver a verlo en las pantallas era algo único. Aunque esta vez no le comentaba cosas como "estás como para mi fondo de pantalla". Esos eran viejos tiempos; ahora se lo decía en la cara.
Daniel estaba vestido de deporte ya, a estas horas de la madrugada. Exactamente a las 9am. Seguro saldría a correr o qué sé yo, de alguna forma debía mantenerse como estaba. Le respondí la historia con un fueguito y sonreí. Su respuesta no se había tardado.
"Te veo hoy a la tarde"
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Me levanté de la cama con pasos directos al cuarto de baño. Me lavé la cara y los dientes y fui a por mi café. Maga había dejado el mío en el microondas. Abrí un paquete de galletas integrales y me senté frente a la ventana a desayunar. No tenía ganas de comer demasiado.
