Cincuenta Y Nueve

11.1K 548 264
                                    

Hace unos minutos que había vaciado mi vehículo de todos los regalos que pertenecían a la morena, ella también se había marchado hace una hora y, luego de un baño rápido y un breve desayuno, era hora de caer en la vida real: mi trabajo junto a las complicaciones que se avecinaban.

Fue un caos completo al abrir la boca para informar con detalles minuciosos las palabras que salieron de Rebecca al contarme su verdad. Al parecer, para todos los presentes en esta reunión, lo que estamos enfrentando ahora es una bomba de tiempo.

—Si en realidad supieran la identidad de West —dijo uno analizando la situación—, ¿no creen que hubieran hecho algo desde ya? No solo un simple aviso...

Tal vez, pero...

—No hay que descartar absolutamente nada, agente León —indicó mi superior que también estaba entre sorprendido y alarmado como todos aquí—, no sabemos lo que traman ni lo que harán. Nos han hecho retroceder más de tres pasos y tiempo es lo menos que tenemos.

Sí es cierto, aunque...

—Mi opinión no cambia, concuerdo con inteligencia: no deben saber con exactitud quién es el infiltrado. Conociendo a una mafia como la que se está desarrollando en la ciudad deben, al menos, anticipar otros tipos de avisos —adjuntó Jonathan.

¿Otros tipos de avisos? ¿Amenazas peores?
¿Y si..?

—Hubiesen hecho trizas a West de haber conocido quién es...

Muchos hubiesen en esta discusión y eso, aunque suene obvio, me resultó aterrador. Tragué saliva evitando comentar en voz alta.

—¡Suficiente! —exclamó el mayor—, no necesitamos más de estas cosas así que mejor omitan comentarios de tal tipo.

Carraspeé teniendo la palabra.

—Di, ¿usted quiere que ejecutemos mañana por la tarde? —pregunté sin titubear, ocultando los nervios que me causaba la idea en caso de que fuese afirmativa—: Sin cambio alguno, no retrocediendo aunque tengamos futuras complicaciones.

—¡Ni pensar! —Otra vez se hizo presente mi compañero—. No podemos lanzarnos como si nada. Debemos analizar todo nuevamente, si nos llegamos a arriesgar, estaríamos haciendo una misión suicida.

—¡Pero vamos, Fj, que tiempo es lo que menos hay!

—¡Evidentemente, pero es preferible anular esta misión a perder la vida de muchos uniformados!

Suspiré sin saber qué hacer o decir. ¿Cómo hablaría de esto con Rebecca? ¿Cómo la mantendría segura si ni siquiera sé cómo hacerlo conmigo? ¿Es necesario arriesgarme? Le había dicho que mañana mismo acabaría con toda la farsa y que, finalmente, ambas podremos estar juntas siendo nosotras mismas. Se la veía ilusionada, esa sonrisa tiene que ser sincera porque fingir una expresión como esa, no debe ser de este mundo. No puedo permitirme decepcionarla ni ser como los demás, debo ser diferente y cumplir con mi palabra: mañana mismo la mentira acabaría.

—¡Basta, joder! ¡Denme un minuto! —El jefe se puso de pie con el gesto molesto, pero cansado—. Inicia receso, tomen un descanso y por favor, vuelvan con ideas frescas, no con estupideces.

Dicho esto, todos allí se pusieron de pie sin saber qué mismo hacer mientras que yo estaba desplomada en la silla, comiéndome la uña del pulgar por la ansiedad y moviendo el pie desenfrenadamente. Jonathan no se había apartado de mi lado sin decir palabra alguna y eso, en vez de calmarme, resultaba todo lo contrario. Escuchar suspiros frustrados o bufidos era incómodo e intolerable.

—¿Tienes algo que decirme? No soporto escuchar tus quejas —solté.

—Hiciste mal, hiciste mal.

Alguien Tenía Que Aprender.Where stories live. Discover now