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Pasó algún tiempo antes de que ninguno de los dos dijera una palabra, cada uno atrapado en la emoción del momento. Jungkook estaba sorprendido por la forma en la que se comportaba con Jin, como se había convertido en una obsesión en unas pocas horas. No tenía ni idea de qué pasaría después de unos días o incluso semanas.
Estaba sorprendido por la rapidez con la que se estaba enamorando. Lo conocía desde hacía apenas un día y ya no podía imaginarse estando sin él. Jin se estaba haciendo tan importante como respirar, y eso lo asustaba.
—¿Y ahora qué, Jungkook? —preguntó Jin rompiendo el silencio de la habitación.
—¿Ahora? Ahora vamos a darnos una ducha y dormiremos un poco. Enla mañana, iremos a buscar tu coche y traeremos tus cosas aquí —respondió.
—¿Así de fácil? —preguntó.
—Sí, así de fácil —Jungkook se rió entre dientes—, ya te dije que me pertenecías y que no iba a dejarte ir. Tú estuviste de acuerdo conmigo.
—Bajo presión —Jin se echó a reír, alertado rápidamente cuando el cuerpo de Jungkook se quedó inmóvil. Levantó la cabeza y miró al hombre con preocupación—. ¿Jungkook?
Él hombre lo soltó, rodó a un lado de la cama y se puso de pie.
—Voy a ducharme. Puedes usarla cuando termine, si quieres —dijo sobre su hombro antes de entrar en el baño.
Jin supo inmediatamente que Jungkook se había tomado en serio sus palabras. ¡Maldita sea! Aquel hombre necesitaba relajarse un poco. Se levantó hacia un lado de la cama y se puso de pie después de que Jungkook entrara en el baño.
Lo alcanzó justo cuando estaba cruzando las mamparas de cristal de la ducha.
—Jungkook, si vuelves a alejarte de mí de esa forma otra vez, verás toda una rabieta que hará que lo que viste hoy más temprano sea un paseo por el parque.
El hombre se dio la vuelta y lo miró, arqueando una ceja desafiando a Jin. Pero bajo el exterior del macho Alfa dominante, Jin creyó ver la incertidumbre que persistía en sus ojos negros como el carbón. Jin sabía que su comentario le había lastimado.
Dio un paso adelante, presionó su cuerpo contra el de Jungkook, enmarcó su cara entre las manos y le obligó a mirar hacia abajo.
—Lo siento, no fue mi intención herir tus sentimientos. Estaba bromeando. Supongo que sólo necesitamos más tiempo para conocer la forma de pensar del otro.
Jungkook se lo quedó mirando durante tanto tiempo, con una dura mirada en su rostro, que Jin empezó a preguntarse si había interpretado mal la situación. Tal vez no había herido sus sentimientos después de todo. Tal vez a Jungkook simplemente no le importase.
Jin se sintió como el imbécil más grande del mundo, dejó caer sus manos de su cara y miró hacia sus propios pies.
—Te dejaré para que puedas ducharte —dijo apurándose en darse la vuelta y volver a entrar en el dormitorio.
