25. Cosas del destino.

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Jungkook le dicto los números y el sonrió cuando guardó el teléfono.

- Dices que no es una cita - Estaba pensativo - será una reunión de amigos entonces. Ahora sí me despido, muchas gracias por el tatuaje y ya no dejes que tus lágrimas se salgan, se congelarán.

Se dio la vuelta y justo en ese momento un taxi se paró enfrente de él, se subió sin antes voltear a verlo agitando la mano.

La escena de nuevo se detuvo para Jungkook, que clase de mal estaría pagando, no podía aceptar que él lo había olvidado, simplemente no podía. Él desapareció de su vista y Jungkook dejó que las lágrimas contenidas se derramacen por sus mejillas, se odio por ser tan idiota para no darse cuenta que algo sucedía con Jimin, si tan solo hubiera puesto atención a todas las señales, su Mochi ya no estaba. Jungkook lidiaba con algo peor que la muerte, el olvido.

Durante estos años en los que había estado sin él nada en sus pensamientos le habían dado ningún indicio a regresar a preguntar como estaba, él dio por echo que el estaría bien y saludable pero la vida le había demostrado que todos lo errores se pagan y con lágrimas de sangre.

Solo quería regresar el tiempo y volver a tenerlo enfrente de el diciéndole que él era su mejor amigo, quería detener el tiempo. Esa tarde cuando jugaban a las carreras él le había dicho que había detenido el tiempo con su tatuaje, pero ahora no recordaba ni la razón por la cual se lo habia tatuado, su historia había quedado vacía, no había más, ahora era el solo quien cargaría con toda la añoranza de los recuerdos de su amistad, no había nadie que supiera lo que habían vivido juntos, nadie sabía que era lo que habían compartido.

Recordaba haber tomado su mano un día de sol brillante mientras que lo molestaba por sentirse celoso, cuando verlo hacer su carita de molesto le parecía lo más adorable, o cuando se habían ido de pesca ese verano con su padre. Jimin siempre había sido su mitad, sabia ahora que el había sufrido por no recordarlo pero no creía que su sentir fuera más grande que el pesar que estaba sintiendo él en ese momento, justo allí parado en medio de la nevada cuando una tras otra le empezaron a llegar las imágenes como si de un carrete se tratara, de sus aventuras juntos, de sus abrazos cómplices, de sus pies cuando se recostaban en el suelo encontrando sus cabeza y alzando los pies al cielo imaginando que caminaban sobre las nubes. Podría contar las veces en las que lo había levantado cuando este se caía, y lo levantaba besando sus mejillas para que dejara de llorar.

Su mirada, ya no era la misma, su Mochi estaba allí pero sus ojos no tenían la luz que brillaba antes al verlo, faltaba el Ángel, le faltaba la felicidad, le faltaba su amigo Jungkook, el amigo del cual ya no se acordaba.

Tae escucho que Jimin llegó, dejó el pincel y salió de su habitación, tenía que contarle a su amigo lo bien que le había ido conociendo a la familia de Yoongi. Pero cuando lo observó quedó sin palabras, este se veía muy pensativo, todas las alarmas de Tae sonaron ¿habría recordado algo?

- Jimin, ¿qué sucede?

Su amigo volteó y sonrió, se percató que traía el abrigo azul puesto.

- ¡Tu saco Minie, te lo pusiste! - Se acerco a el y lo abrazó. - Que bueno que llegas, tengo algo que contarte.

- Tae, Yoongi te mintió.

Tae se quedó sorprendido.

- ¿De qué hablas Minie? ¿Me mintió? ¿Cuándo?

- Me he enterado que el restaurante es de su mamá, no lo rentó. - Tae se empezó a reír.

- Ay me espantaste, si si lo sé, me lo dijo anoche, más bien me dijo que el es rico y que su familia pertenece a la alta sociedad.

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