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Sobre el elefante: no se ha visto animal más grande. Los persas y los indios luchan con jabalinas desde torres de madera en lo alto de sus espaldas, como lo harían desde una muralla. Son muy inteligentes y tienen mucha memoria, se mueven en manadas, huyen de los ratones y se aparean espalda contra espalda. La hembra queda preñada por dos años y solo puede dar a luz una vez, y no tiene una camada, sino a una sola cría. Los elefantes viven trescientos años. Si un elefante quiere engendrar hijos, viaja al este, cerca del paraíso, donde crece la mandrágora. Viaja allí con su pareja, quien toma el fruto del árbol y se lo da a su macho. Y la elefanta lo seduce hasta que se lo come, y entonces ella concibe una sola vez en su vientre. Cuando le llega el momento de dar a luz, entra en un estanque, hasta donde el agua le llega a las ubres. El macho la protege mientras ella está en la labor, porque el elefante tiene un enemigo, el dragón. Si el elefante encuentra a una serpiente, la mata, pisoteándola hasta que está muerta. El elefante provoca miedo a los toros, y sin embargo tiene miedo de los ratones. El elefante tiene una característica: si se cae, no puede levantarse. Pero se cae cuando se apoya en un árbol para dormir, ya que no tiene articulaciones en las rodillas. El cazador corta parte del árbol, de modo que cuando el elefante se apoye contra él, caiga junto con el árbol. Cuando el elefante cae, barrita muy fuerte y llega otro elefante grande pero no podrá levantarlo. Entonces ambos barritan y llegan doce elefantes más, pero no podrán levantar al que está en el suelo. Entonces todos barritan, e inmediatamente llega un elefante pequeño que coloca el tronco debajo del elefante grande y lo levanta. El pequeño elefante tiene esta característica, que cuando se queman sus huesos y pelo, ningún mal se acerca, ni siquiera el dragón.
El elefante grande y su pareja representan a Adán y Eva. Porque cuando estaban en la carne agradando a Dios, antes de su pecado, no sabían cómo aparearse y no entendían el pecado. Pero cuando la mujer comió el fruto del árbol, es decir, le dio a su hombre el fruto de la mandrágora, el árbol del conocimiento, luego quedó embarazada y, por esa razón, abandonaron el Paraíso. Mientras estuvieron en el Paraíso, Adán no se apareó con Eva. Porque está escrito: 'Adán conoció a su esposa y ella concibió' (Génesis, 4: 1) y ella dio a luz en las aguas de la culpa. De esto, el profeta dice: "Sálvame, oh Dios, porque las aguas entraron en mi alma" (Salmos, 69: 1). Y de inmediato el dragón los sedujo y los hizo desterrados de su ciudadela, es decir, porque desagradaron a Dios. Luego vino el gran elefante, que significa la ley, y no levantó a la humanidad, como tampoco lo hizo el sacerdote al hombre que cayó entre ladrones. Tampoco los doce elefantes, es decir, la compañía de los profetas, criaron a la humanidad, así como el levita no crió al hombre herido del que hablamos. Pero el elefante capaz de entender, ese es nuestro Señor Jesucristo, quien, aunque más grande que todos, se convirtió en el más pequeño de todos, porque se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte para poder resucitar a la humanidad. Él es el buen samaritano que atacó a su propia bestia, el hombre que había caído entre ladrones. Porque Jesús mismo fue herido, pero soportó nuestra debilidad y llevó nuestros pecados. El samaritano también simboliza a un guardián. Sobre este tema, David dice: "El Señor cuida a los niños ...". Donde el Señor está presente, el diablo no puede acercarse.
Cualquier cosa que los elefantes envuelvan sus trompas, se rompe; todo lo que pisotean bajo sus pies es aplastado hasta la muerte como por la caída de una gran ruina. Nunca pelean por elefantes hembras, porque no conocen el adulterio. Poseen la calidad de la misericordia. Si por casualidad ven a un hombre deambulando por el desierto, ofrecen guiarlo por caminos familiares. O si se encuentran con rebaños de ganado acurrucados juntos, se abren camino cuidadosa y pacíficamente para que sus colmillos no maten a ningún animal en su camino. Si por casualidad luchan en la batalla, no tienen maldad hacia los heridos. Porque llevan a los exhaustos y a los heridos entre ellos.
