Capítulo 18

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Suspiré estirandome, por fin era viernes y faltaban sólo diez minutos para salir del trabajo, poder ir a casa y dormir. Rodé los ojos con el pensamiento, corrección, la casa de Clarke. Las cosas avanzaban con mucha normalidad, de hecho casi no había visto a James en toda la semana, llegaba muy tarde a su casa y a penas y nos decíamos un "buenos días".

— Grace

Me sobresalté al escuchar mi nombre y mi corazón empezó a latir rápido cuando lo vi, con su camisa blanca y sus mangas recogidas hasta el codo.

— Sí, señor Clarke -respondí, su mirada fue de confusión hasta que cayó en cuenta que estábamos en la empresa-

— Ven, por favor

Lo seguí hasta el ascensor, cuando entró marcó el piso de su despacho. Un silencio incómodo llenó el espacio durante todo el viaje.

La secretaria me miró mal y continuó con lo que estaba haciendo.

Entramos al despacho, él delante de mí.

— Por favor cierra la puerta -dijo-

Lo hice sin emitir sonido, cuando me volteé pude verlo usando el control para oscurecer los vidrios y se acercó a paso apresurado hacia mi, tomándome en sus brazos y apretándome contra él. Abrí mis ojos como platos, no me lo esperaba.

— Abrázame, Davis

Alcé mis brazos y lo rodeé, cerrando los ojos y llenándome con su olor. Empezó a empujarme hasta el sofá donde se sentó e hizo que me sentara sobre sus piernas, escondió su rostro en mi cuello.

— ¿Qué haces? -dije nervioso-

— Shh -apretó mi cintura- sólo déjame quedarme así por unos minutos

Acaricié su cabello, no sabía que pasaba por su mente en este momento pero decidí guardar silencio y quedarme quieta, dejándome hacer por él. Pasaron algunos minutos y simplemente estuvimos así, nuestra respiración al compás, empezaba a creer que tal vez se había quedado dormido.

— Clarke -susurré, alejándome un poco, quería observar su rostro-

— ¿Mmh?

— ¿Estás bien?

— Sí cariño, sólo te extrañé

Mi estómago empezó a inundarse de gusanos con alas, traté de averiguar si era una broma pero al parecer iba enserio. Sentí mis mejillas tomar color, su mirada profunda lograba esto y más.

Maldición Clarke, ¿Por qué me haces esto? ¿No ves que no quiero enamorarme de ti?

Mordí mi labio debatiendo sobre qué hacer. Sus ojos miraron mis labios y se lanzó sobre mí devorándolos.

Se recostó sobre el sofá dejándome encima suyo, enrede mis manos en su cabello y continué besándolo con la misma intensidad, su beso era apasionado, sin darnos tiempo a respirar. Sus manos se movían lentas sobre mi espalda, bajando hasta llegar a mi trasero. Me separé para mirarlo boquiabierta. Sonrió y me atrajo de nuevo hacia sus labios, la sensación era demasiado para mí, el calor en el lugar había aumentado aún teniendo aire acondicionado. Mordisqueé sus labios disfrutando lo grueso que eran y sacando un gruñido de su garganta.

— Señor Clarke

Me separé rápidamente, y me levanté lo más rápido que pude haciendo que tropiece y esté a punto de caer. James bufó y se levantó bastante molesto. Yo por otra parte estaba entre molesta y aliviada porque de otra manera, no sabría qué hubiera pasado.

—  Señorita Reynolds, ¿Cuántas veces le he dicho que toque antes de entrar?

Se sonrojó cuando el ingeniero la miró, así que no era la única a la que le pasaba, era simplemente el efecto Clarke.

— L... lo siento, pero si toqué y nunca respondieron así que supuse que...

— No, no tenía que suponer nada, para la próxima mientras yo no diga "pase" usted no pasa ¿Entendido?

— Sí señor, lo siento

Hice una mueca sintiéndome mal con la chica, nunca pensé que James podía llegar a ser tan aterrador en la empresa. Aunque claro, él sólo pone las reglas, aunque pudo haber sido menos agresivo, la chica estaba temblando y pronto empezaría a llorar.

Le entregó rápidamente unos papeles y salió sin decir más.

— Eres cruel -dije-

— Claro que soy cruel, interrumpió un momento con mi esposa -gruñó- justo cuando te tenía a mi merced

Alcé las cejas, si no hubiera sido por su sonrisa burlona, su nariz estuviera sangrando del golpe que le hubiera dado.

— Sigue soñando, cariño -le guiñé el ojo-

— Todos los días, Grace -mordió su labio- todos los días

Rodé los ojos y me decidí a salir antes de que su juego de seducción logre su objetivo.

— ¡Espera! -me detuve y sentí sus pasos detrás de mí- Tu falda está mostrando de más

Sus manos bajaron por mi cadera y lentamente acomodó mi falda, sentía su respiración en mi oído. Mierda, en qué momento me había metido en este juego de seducción.

— Podría haberlo hecho yo -intenté lucir tranquila-

— Sí pero me gusta verte nerviosa, ve cariño, nos vemos en casa

Prácticamente salí corriendo del lugar. Cuando cerré la puerta tras de mí lancé todo el aire que tenía contenido en mis pulmones; estúpido y sensual ingeniero imbécil.

Al salir pude ver a la rubia llorando en su escritorio, al escuchar mis tacones me miró y juro que su mirada tenía escrito "te odio" con mayúsculas, en negrita y subrayado.

— ¡Eres una perra! -gritó-

Y toda la empatía que sentía por ella, se fue por el caño.

— Creo que deberías calmarte, Claudia -intenté mantenerme tranquila y evitar un problema-

— ¡No me calmo nada, es mi hombre! ¡Yo lo vi antes que tú y tú crees que tienes el derecho de quitármelo!

Abrí la boca sorprendida, pero qué le pasaba a esta chica.

— Creo que la que parece perra en celo eres tú, en primer lugar no te he quitado nada, en segundo él no es un objeto con el que puedas decir que te pertenece, porque no es así. Es tu jefe, ten algo más de respeto

— Te recuerdo que también es tu jefe y te lo estabas cogiendo en la oficina, zorra

Maldición, apreté los dientes y caminé hacia ella lista para tirarme sobre ella y callarla a golpes. Antes de que pudiera dar dos pasos más, alguien me sostuvo de la cintura.

— Grace, cariño, cálmate

Claudia zapateó como niña chiquita. Estúpida. Sonreí malévolamente.

— Lo siento, amor -ambos me miraron sorprendidos- es sólo que no puedo quedarme callada con todos sus insultos

— Claudia -llamó James- Grace es mi esposa

Reí internamente, su mandíbula llegó hasta el primer piso.

— Y como tal quisiera que la respetes y te evites tus comentarios, eres una excelente secretaria pero si las cosas siguen así tendré que despedirte

Bien, tampoco quería que las cosas vayan tan lejos, apreté la mano de James intentando calmarlo, la chica nos miró y simplemente asintió. Mi Grace interna estaba dando saltitos en un pie, Clarke me había defendido y me presentó como su esposa.

Sacudí la cabeza, tal vez él sólo me estaba haciendo un favor y quitándome de encima a aquella chica.

Sí, eso tenía más sentido.



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