108.1.- HARRY POTTER(JAMES POTTER)

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Pedido de al14xa.
Palabras: Amigos, libros, besos, mágia y celos.

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Meredith Greendale amaba Hogwarts. Siendo hija de magos, conocía la magia desde siempre. Sus padres le habían hablado tanto de dicho colegio que cuando recibió su carta con once años, sintió tanta alegría como si se la hubiese entregado el mismísimo Merlín.

Durante la ceremonia de Selección se sintió algo nerviosa. Su padre era de Ravenclaw y su madre de Hufflepuff, así que no estaba preocupada de que sus padres se enfadaran si ella no quedaba en sus casas. Sin embargo, Meredith siempre había tenido predilección por la casa de los Leones.

El Sombrero Seleccionador la puso en Gryffindor casi al instante, lo que dejó una sensación extraña en la chica. Si el Sombrero no había dudado en ponerla en esa Casa, eso significaba que estaba destinada a pertenecer a los Leones.

Si había algo que amaba más que los libros, eso era el Quidditch. Su padre le había regalado una escoba cuando apenas tenía dos años y no se había bajado de ella desde entonces. En su segundo años hizo las pruebas para el equipo y consiguió el puesto de Golpeadora.

—¡Greendale! —escuchó que le gritaba el capitán, por lo que voló hacia la bludger y la envió directa al otro golpeador, tal y como indicaba el ejercicio.

Era su quinto año en Hogwarts y los entrenamientos empezaban a volverse más exigentes. Llevaban un par de partidos sin ganar a Slytherin, y a las Serpientes se les estaba subiendo a la cabeza.

Cuando terminó el entrenamiento, Meredith se dirigió a los vestuarios para darse una ducha y cambiarse. Tardó bastante, pero al salir se encontró de cara con tres cuartas partes de los Merodeadores.

—¡Greendale! —exclamó Sirius. La chica le dedicó una mirada e inició su marcha, pero otro de ellos la interceptó.

—Oye, Greendale. ¿Sabes que tu función como golpeadora es proteger a los cazadores? Porque este entrenamiento parecía indicar lo contrario —se buró James, por lo que Meredith bufó.

—¿Sabes qué, Potter? En el próximo partido voy a olvidarlo "sin querer" y enviaré la bludger a tu cabeza. A ver si así se te arregla —contestó. James sonrió, encantado con la respuesta de la chica, mientras Sirius se burlaba de su mejor amigo—. Hola, Rem —saludó al único Merodeador con el que se llevaba bien.

—Hola, Mer —respondió él con gracia, haciendo referencia a que sus apodos se escribían a la inversa.

—Te veo en la biblioteca —añadió ella antes de marcharse de vuelta al castillo.

Remus y Meredith eran amigos desde primer curso, cuando ambos coincidieron en la misma mesa de la biblioteca. Desde entonces, cada vez que el chico se hartaba de soportar al resto de los Merodeadores, buscaba a la joven para pasar tiempo con alguien que no tuviera la edad mental de un bebé.

Tras dejar sus libros y la ropa de entrenamiento en su habitación, Meredith salió de nuevo de la Torre de Gryffindor para ir a la biblioteca. Había intentado estudiar en la Sala Común un par de veces, pero siempre había mucha gente hablando y haciendo ruido. Se puso a hacer el trabajo de Astronomía mientras esperaba a Remus para que le ayudara con el de Runas, la asignatura que más disgustaba a la chica.

Suspiró de frustración al arrugar su tercer pergamino. Remus estaba tardando más de lo normal y había empezado con el ensayo en cuestión. El problema era que el tema del que trataba era un completo aburrimiento y que ella no podía concentrarse por tener la cabeza en otro lado. Como aún le quedaban un par de días para entregarlo, decidió dejar los deberes por ese día y distraerse con otra cosa.

Acabó sentada en la orillad del Lago Negro mientras hacía magia sobre una hoja por puro aburrimiento. Había buscado a sus amigos, pero cada uno estaba a lo suyo: Alice estaba con su novio, Frank; Lily en la Sala Común practicando Pociones y Remus seguía desaparecido.

—¡Mer! —escuchó que la llamaban. Era este último, que se acercaba corriendo—. Lo siento, Mer. Se me ha ido la hora y cuando he llegado a la biblioteca ya te habías ido.

—No pasa nada —aseguró mientras Remus se sentaba frente a ella—. Es por la luna llena, ¿Verdad? —el chico la miró sorprendido, aunque intentó ocultarlo.

—¿A que te refieres? —preguntó rascándose la nuca con una sonrisa nerviosa.

—Rem, no me chupo el dedo. Lo sé desde hace un año, solo hay que fijarse en los detalles —Remus acabó contándole su historia. Incluido que el resto de Merodeadores buscaban la forma de ayudarle.

Y como si hubieran sido invocados, los tres llegaron en aquel momento y se sentaron con ellos como si les hubiesen invitado.

—Quiero ayudaros —dijo la chica antes de que ninguno de ellos hablara.

—Wow, Greendale. ¿En qué quieres ayudarnos? Si te refieres a Quejicus, solo voy a recordarte que me gritaste una vez por ser "demasiado infantil" —respondió el de gafas.

—Sigo pensando que tienes la edad mental de un feto. Hablo de ayudar a Remus con su "problema peludo" —añadió, por lo que los tres chicos se giraron a mirar al licántropo sorprendidos. Él se revolvió el pelo con nerviosismo.

—Lo ha descubierto ella sola, como vosotros —se excusó, pues sus amigos le miraban acusadoramente, pensando que a ella se lo había contado y ellos tuvieron que investigar.

—Así es. He estado buscando en la biblioteca. Tengo una idea genial: La Animagia —Peter sonrió mientras Sirius y James resoplaban burlones.

—Llevamos tres años intentando la animagia —le informó Sirius con altanería.

—Llegas tarde, cariño —añadió James dandole unos golpecitos en la cabeza a la chica. Ella le dedicó una mala mirada.

—¿Y sabéis que la semana después de la luna llena que viene después de la de esta noche habrá una tormenta eléctrica? —Inquirió repitiendo los gestos que habían hecho ellos antes.

Los cuatro Merodeadores se miraron unos a otros. No, ninguno de ellos sabía eso.

—Sé donde encontrar los ingredientes. Las hojas de mandrágora podemos conseguirlas fácilmente en los invernaderos de herbología. He hablado con el profesor Slughorn y he conseguido sonsacarle que tiene un buen suministro de capullos de polilla esfinge. Seguramente no note que le faltan cuatro.

—¿Cómo estas segura de que habrá tormenta eléctrica? —le preguntó Remus inseguro.

—Adivinación —explicó, aunque ante las miradas aún confundidas de los chicos añadió—. En la clase de Adivinación me salió que el día en que nací se repetiría dentro de cinco semanas. Mi madre siempre me ha contado que nací durante una de las peores tormentas eléctricas que ella ha visto nunca.

—Está bien, entonces hay que prepararlo todo para esta noche. Necesitamos las hojas de Mandragora —empezó Sirius.

—Yo me encargo —aseguró el de gafas sonriendo al pensar en la capa que tenía en su habitación.

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Últimamente me salen todos demasiado largos...

Primera parte, enseguida subo la segunda.

¿Os habéis dado cuenta de que he cambiado la estructura de los diálogos? Estoy probando cosas nuevas, ¿Cual preferís?

Imaginas MultifandomsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora