XXIV

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Perdón


—Me arrepiento de haber hecho eso —bajó su cabeza, y su rostro fue cubierto por varios mechones de cabello.

—¿Porqué? —la pregunta del castaño hizo eco en su mente y la voz de este fue como un taladro en su cráneo.

—Qué pregunta más estúpida, ¡¿Haz visto lo que me he ganado?! —gritó furiosa y con lágrimas en sus ojos.

—lo veo, pero fue por una buena causa. Evitaron la muerte de Bishamon-sama y eso se los agradezco —hizo una reverencia y con lágrimas en sus ojos volvió a hablar. —No sé que hubiera hecho si ella...

—¿Moría? Tuvo otra opción y no la consideró, pensó en lo demás antes que ella y por eso la admiro —levantó su rostro para ver a los ojos del castaño. —Aún así, lo que hicimos estuvo mal. No respetamos su decisión y nos ganamos su odio.

—Bulma-sama, he esperado largos años para poder agradecerle por eso. Así que por favor no me diga esas cosas —se acercó a ella y la abrazó.

—¿Pero qué estás... —miró sorprendida, al chico qué ahora tenía sus brazos alrededor de su cuerpo.

—Le agradezco mucho lo que hizo, y me disculpó por su inesperada muerte ese día —apretó el cuerpo de la peliazul aferrándose a ella.

—Kazuma, te disculpó. Además no fue tu culpa —ella sonrió y él rompió el abrazo para recuperar la compostura.

—Debo sacarla de aquí —desató los amarres y la atrapó ya que su cuerpo inmediatamente cayó al suelo. —¿Se encuentra bien?.

—Si, no te preocupes —apoyó sus pies en el suelo con dificultad. —no puede ser.

—¿No tiene fuerza? —la preocupada voz del chico hizo que ella se sobresaltara.

—Pu-Pues es que, estar amarrada y lejos del suelo me quito fuerza —respondió con cierto fastidió y miró al suelo.

—Ya veo, entonces la ayudaré —antes de que ella pudiera responder sintió como su cuerpo se alzaba en el aire, el castaño la cargaba en sus brazos.

—¡O-Oye! —se aferró a la camisa del chico con miedo a caerse.

—No te preocupes, te sacaré de aquí —sonrió nuevamente y salieron de la habitación.

Bulma observó sus alrededores, y otra vez, se encontraba en ese lugar, el templo de Bishamon, aquel lugar que odiaba ver y recordar. Los largos pasillos estaban desiertos, los paso apresurados de Kazuma no tardaron en hacer eco y la idea de que la rubia podría aparecer en cualquier momento reinaba en los pensamientos de Bulma.

Lamentablemente, esa idea se hizo realidad, doblando en una intercepción que separaba tres pasillos se toparon frente a frente con la pesadilla en persona de Bulma.

—¡¿Qué estás haciendo Kazuma?! —el gritó no se hizo esperar. —¡He dicho! ¿¡Qué estás haciendo!?.

—¡Bishamon-sama! —la voz de Kazuma se escuchó por todo el lugar.—¡Esto, está mal! ¡¿No se da cuenta?!.

—Ka-Kazuma —las palabras salieron débiles de los labios de Bulma.

—Me haz traicionado —dijo cabizbaja. —¡Tu el más leal!.

En cuestión de segundos la rubia se abalanzó contra ellos, Kazuma esquivo varios golpes que ella intentó darle, Bulma por su parte estaba en shock, en primer lugar el tesoro sagrado de Bishamon la estaba ayudando a escapar, en segundo lugar ellos están peleando, ¿Qué se supone que debe de hacer?.

La Leyenda de la Diosa de la GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora