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Tu voz

"Zurdo" escribe llenando el último espacio correspondido a la información de Jack en el libro que Eugene le había regalado ayer, era un libro para bebés. Se le llenaba con toda la información posible de los padres, desde la estatura, la talla de zapatos, peso, hasta la primera palabra que habían pronunciado cuando niños.

Había terminado la parte de ella por la noche y ahora la de Jack, pero quedaban algunas páginas todavía, dedicadas para los bebés. Donde deberían poner cómo los llamarían y cuando nacieran poner una foto y sus características, era un hermoso regalo. Había quedado fascinada con Eugene.

—¡Está casi listo! –Grita Jack.- ¿Preparada?

—¿Puedo ir ya?

—No, yo voy por ti. ¿Tú ya terminaste?

—Necesito escribir en el espacio para los bebés. Pero quiero que tú me ayudes.

—Lo haremos mañana ¿sí? Ya no nos queda mucho tiempo.

—¿Para qué? –pregunta, provocando que Jack asome su cabeza en la puerta de su habitación.

—¿Lo olvidaste? Mi jefe nos invitó a su fiesta por la independencia.

—Ah, claro. ¿Puedo ver cómo quedó, ahora? –hace un puchero provocador y Jack sonríe.

—Ven -Elsa se levanta con un poco de dificultad, su panza es demasiado gigante como para tener solo 5 meses, pero ¿qué se esperaba teniendo a dos bebés dentro de ella?

Jack tapa sus ojos y se acerca a ella rozándole los labios brevemente, muerde levemente su labio inferior y juguetea con él antes de besarla profundamente y con mucho amor, toma su cintura y la acerca, sintiendo su muy abultado vientre contra su abdomen, acaricia su barriga con ternura y explora la boca de su novia con la lengua.

—¿Lista? –cuestiona cuando termina.

—¿Por qué tienes que taparme los ojos?

—Para que sea sorpresa –mantiene sus manos sobre los parpados de ella, no lo encuentra demasiado peligroso porque la habitación en la que ha estado trabajando por varias semanas no está más que a unos pequeños pasitos.

Cuando entran huele a nuevo, a madera y a un poco de pintura, Elsa da una sonrisa de lado y Jack besa su mejilla, empieza a contar: Uno, dos, tres... Aleja sus palmas de la cara de Elsa y la deja ver.

La sonrisa de ella se ensancha y acaricia su estomago mientras mira cada detalle en todo, el azul pastel en las paredes, las diminutas prendas de muchos colores formando filas en los cajones, juguetes con lucecitas y soniditos graciosos en el suelo, una mecedora grande en la esquina, dos bellas cunas con sabanas azules y osos de peluche justo al lado de la luminosa ventana, biberones, pañales y baberos en un armario chico y el detalle más especial aunque incompleto todavía... un portafotos blanco con letras azules en la parte inferior "Familia".

—¿Qué va a ir ahí? –pregunta embobada.

—Una foto, de nosotros con los bebés –abraza a Elsa por detrás.- ¿Te gusta?

—Sí –suspira.- Es perfecto, justo lo que imaginé.

Frost se pone frente a ella y se inclina un poco murmurando por encima de su vientre. -¿Qué les parece a ustedes?

Y entonces Elsa siente lo más bonito que había sentido jamás, eso que había estado pasando desde hace mucho tiempo pero que en cada ocasión la hacía sentir muy feliz.

—Vuelve a hacerlo –pide.

—¿Qué?

—Háblales.

—Bebés –empieza y Elsa toma sus manos llevándolas junto las de ella hacía su curvatura- espero que les guste su habitación, porque aquí es donde van a poder hacer todas esas travesuras que sé que se les ocurrirán. Serán unos locos de lo peor. Pero los amaré mucho. Su madre y yo los amamos desde que nos enteramos que iban a venir a este mundo, y... -entonces Jack también puede sentirlo y sus ojos se nublan con lágrimas.- Están pateando.

—Patean cada vez que escuchan tu voz –sonríe.

—Me encanta sentirlos –confiesa y apoya su cabeza hacía delante, brindándoles un beso cuando el flashback toma su mente:

<< —Son unos niños. Dos gemelos varones. –murmuro el doctor, haciendo que automáticamente Jack se doblara de felicidad a besar a Elsa.

—¿Y están bien, están saludables?

—Por el latido de su corazón puedo decir que están en perfectas condiciones, van a tener a dos bebés muy fuertes, sanos y salvos.

—¡Vamos a ser papás de dos niños, Elsa! –Jack tomó su mano y la apretó, Elsa nunca lo había visto tan feliz.

—Muchas felicidades –musita el doctor y sale para darles un espacio. –Vuelvo en un minuto –indica.

—Te amo –dice el albino.

—Te amo –contesta Elsa de vuelta.

—Prometo criarlos lo mejor que pueda.

—Vas a ser el mejor padre, Jack. >>

—Y a ellos les encanta escucharte –completa Elsa, luego voltea al colorido reloj en forma de un auto rojo y suspira, es hora de que empiecen a arreglarse para la fiesta.

~°~

—Ella es Elizabeth Arendelle –Jack la presentó.-Elizabeth, él es mi jefe. Naveen Maldonia.

—Un placer conocerla, señora Arendelle –extendió su mano hacía ella y le dio un apretón ligero.- Espero que disfruten de la fiesta, los fuegos artificiales empiezan a las once.

—Gracias –murmuró Elsa y caminaron lejos después de que Naveen se alejara.

—¿Qué te parece?

—No es un hombre de muchas palabras.

—¿Naveen? No, no lo es. Pero no me refería a él. Hablaba de la fiesta.

—Hace mucho que no me invitaban a una y la comida luce riquísima.

—Siempre pensando en comer –rió.- ¿Quieres ir al bufet ya?

—No, esta casa es preciosa y el jardín es enorme. ¿Por qué no caminamos por los alrededores y esperamos a que el show pirotécnico empiece?

—Faltan pocos minutos para eso, ¿no te cansas con los tacones? Realmente ni siquiera deberías usarlos, puedes caerte.

—Si quiero puedo quitármelos –se encogió de hombros.- Voy a estar bien.

Vagaron un poco más allá del jardín que estaba lleno de flores, lo que provocaba un olor exquisito que hacía que el humor de ambos se mantuviera alegre y positivo. Fue cuando el primer destello en el cielo se vio.

—Oh dios, ya empezaron Jack ¡Vamos! –chilló entusiasmada, los juegos pirotécnicos le recordaban a sus padres, cada cuatro de Julio antes de su muerte los llevaban en un yate a mirarlos desde el mar.

—Elsa, no corras. Podemos admirarlos desde aquí. Por allá hay demasiada gente y no quiero que te lastimes.

-
—Bien –apoyó su cabeza sobre el fuerte hombro de su novio y sus ojos viajaron hacia arriba, donde las estrellas en un momento fueron opacadas por los fuegos artificiales, era mágico. Banderas estadounidenses empezaron a ser levantadas por todos los invitados a unos metros de donde ellos se encontraban y Elsa deseo por un segundo conseguir una, pero no se quería mover, estaba cómoda, feliz, sola con su Jack. Por fin en demasiado tiempo se sentía segura. Sabía que Jack nunca permitiría que nadie les hiciera daño. Y ella tampoco permitiría que dañaran a él.

El Impostor (Jelsa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora