Hyunjin era un detestable chico con tatuajes y perforaciones que siempre estaba en el parque con sus amigos interfiriendo con los planes de estudio de cierto mocoso rico y mimado toca pelotas de bonito trasero.
Sin embargo, Hyunjin follaba tan bien...
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Jeongin no era chismoso, ni siquiera le importaba la vida de los demás si no interferirá de ninguna manera en la suya, pero había algo en los rumores de cierto chico tatuado que le molestaba todos los días—más bien de molestaban mutuamente—en el parque cuando su misión era tener paz, estudiar tranquilamente.
Sus insoportables y chillonas compañeras alardeaban haber follado con ese hombre mal viviente y a Jeongin le daba cierta curiosidad sus gritos y más que todo; sus afirmaciones.
—¡Él es tan bueno que casi le digo te amo cuando me corrí!
—Hyunjin hyung es el mejor, ninguno de mis novios le hace competencia.
—¡Hyunjin es toda un dios, toca lugares que no sabía que me gustaban!
Oh joder.
¿Era necesario agrandar más el ego del maldito fumador compulsivo?
Jeongin lo detestaba.
Realmente lo hacía.
Pero no podía evitar preguntarse a sí mismo si era tan bueno como decían, dudaba que alguien pudiera ser mejor que su actual novio, Hongseok.
Hyunjin era su némesis, algo como una bomba de tiempo que comenzaba su cuenta regresiva cuando el día comenzaba y explotaba cuando Jeongin pisaba el parque todos los días.
