Episodio 7

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GIA

Me pinto las uñas de los pies mientras Dallas me observa en silencio, tumbado en el colchón del hotel en el que sigo y sin apenas pestañear.

—Te dije la primera vez que te quites cualquier pensamiento romántico de la cabeza, y te lo repito ahora. Esto solo es sexo —insisto con una sonrisa.

—Mirarte es igual que leer poesía —espeta entonces como si no acabase de escuchar lo que le he dicho. Dejo el pintauñas y le miro amenazante para que se calle—. Eres arte, Gia. Un puto arte creado minuciosamente al milímetro.

—Tú no me prestas atención cuando hablo, ¿verdad?

—Perdona. —Suspira y se tumba boca arriba, coloca un cigarro en sus labios y lo enciende con el mechero que encuentra en la mesilla.

Niego con la cabeza por la incomodidad del momento, Dallas es un bueno chico y me gusta, aunque no del modo que él espera. Le saco casi cinco años de vida, y unos cincuenta de experiencia en general, es imposible que algo más que sexo pueda tener cabida entre nosotros.

Por no mencionar que yo no cargo con parejas, el amor y los atracos nunca han sido una buena combinación, lo he visto varias veces. Hice un par de atracos con dos parejas, y en los dos acabó muerto uno de los dos para proteger al otro.

—Oye, ¿por qué no pedimos algo para comer? No hemos desayunado y me muero de hambre —sugiero para romper el hielo y dejar el momento romántico atrás.

—Lo que quieras —responde sin mirarme.

—Dallas. —Me tumbo boca abajo a su lado y él gira el rostro hacia mí—. Lo siento si soy muy brusca, pero necesito que las cosas queden claras desde el principio. No quiero joderte, ¿vale?

—¿Tan malo es lo que te he dicho?

—No, para nada. De hecho, es lo más bonito que me han dicho en mi vida —admito haciendo memoria.

—¿Entonces?

—Entonces nada. —Sonrío y acaricio sus labios con mis dedos.

—¿Puedo seguir diciente lo que me dé la gana?

—¿Vas a dejar de hacerlo si te lo pido?

—Probablemente no.

Ambos reímos y él sujeta mi cuerpo para colocarme sobre el suyo. Dejo que me llene de caricias, de un placer tan genuino e inesperado como el hecho de que ya nos hayamos acostado varias veces, rompiendo de ese modo una de mis reglas: no repetir nunca con el mismo. Puede sonar promiscuo, me da igual, pero así he mantenido la cabeza fría todo este tiempo. Como dije, los atracos y los sentimientos nunca pueden ir de la mano.

—Necesito que te asegures de que tu novia no va a delatarme —digo cuando ambos estamos satisfechos en la cama, tumbados y el uno frente al otro.

—Lo haré, tú simplemente encárgate de no meterte en muchos líos, ¿quieres?

Acaricia mi mejilla con la yema de sus dedos y yo sonrío por su inocencia, me encanta que de verdad tenga esa confianza en mí y piense que soy capaz de comportarme.

—¿Te acuerdas de cómo nos conocimos? —pregunto acompañando a su sonrisa.

—Imposible olvidarlo.

—Bien, ¿de verdad crees que puedo no meterme en líos? Piénsalo antes de contestar. —Ambos reímos y luego volvemos a besarnos—. Pues eso.

—Tienes que pasar desapercibida, Gia. Toda la policía te busca, después de lo de Londres, mi padre está alerta y estoy seguro de que tiene a gente siguiéndome.

Dirty glamourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora