—Braeden, me dijiste que Deucalion nos pagó para rescatar a un hombre lobo de los Calavera. ¿A quién se supone que tenemos que rescatar?, ¿quieres que vaya por todas las celdas preguntando quién quiere salir?
—Puedes irte si quieres.
—Por favor, tratarías de acabar conmigo si pongo un pie lejos de ti.
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—Me causa leve satisfacción que lo sepas. Es aquí. —paró, señalando una puerta—
—Braeden, ese olor no me gusta.
—¿De cual olor hablas?
—Sin duda no hablo del olor a putrefacción y piel excesivamente quemada. Este olor en particular no me gusta, creo saber quien está en esta celda y, Braeden, si es quien pienso.. voy a matarte.
—Bueno.. —no pudo terminar su oración debido a dos cazadores que no dudaron en apuntarnos—
—¡¿Qué demonios hacen aquí?!
Reí. —¿Me creerían si les digo que nos hemos perdido?
—Ahora no con tus bromas, por favor.
Rodé los ojos ante la súplica de Braeden, y saqué mi arma dirigiéndome rápidamente hacía uno de los cazadores.
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