Rodeé la taza caliente que contenía ese líquido humeante con las manos aún heladas. Bebí un pequeño sorbo, sintiendo como el chocolate quemaba mi lengua. Cerré los ojos con fuerza e hice una mueca por el repentino y corto dolor. Cuando volví a abrir los ojos, me encontré con la mirada penetrante de Lauren. Sus ojos me estudiaban con detenimiento. Su taza de café humeaba, aun apoyada en la encimera, en el mismo lugar donde yo la había dejado. Sus manos descansaban sobre la fría madera de mármol, medias extendidas. Sus hombros se encontraban rígidos.
Me removí un poco incomoda, sin saber hacia dónde mirar. La mirada de Jauregui era tan fija que me intimidaba.
—¿Qué pasa? —cuestioné, disfrazando mi nerviosismo y tapándolo con la taza de chocolate.
Lauren no respondió nada. Habrán pasado cerca de tres o cuatro minutos, cuando ella arrastró su taburete hacia atrás y se paró de golpe. Rodeó la encimera a grandes zancadas. Seguí su cuerpo en movimiento con mis ojos abiertos al tope.
Se detuvo frente a mí. Apoyó sus grandes manos en mis hombros. Dejé la taza sobre la superficie de la encimera y ella me giró, encarando su cuerpo. Tomó mi rostro con ambas manos y con delicadeza unió sus labios con los míos.
Y todo sucedió de nuevo.
Sus labios se habían juntado con los míos. Solo un roce inocente y duradero. Sin exigencias ni dominaciones. Como el primer beso que me había dado en el parque. Sus pulgares hacían leves masajes en mis mejillas, las cuales yo sabía que estaban ardiendo. Los fuegos artificiales que sentía explotar en mi estomago, se desataban con euforia. Amaba tanto a esta chica y me recriminaba a mí misma, porque sus labios tuvieran el miso efecto en mí, aunque hubiera pasado tanto tiempo.
Cuando se separó, extrañé sus labios sobre los míos. Lauren abrió sus ojos y pegó su frente sobre la mía. Su mirada quemándome los ojos. Su cuerpo estaba levemente doblado hacia adelante. Mis manos hechas puños tomaban con fuerza el borde inferior de mi chaqueta.
—Te amo —susurró. Yo solo me dediqué a mirarla con fascinación y a escucharla con atención —. Te amo demasiado. Quiero decirte muchas cosas, Camila... ¿Me das permiso para hacerlo?
Tragué el nudo que se había formado en mi garganta y con un poco de fuerza, tragué la saliva espesa. Asentí, temiendo que mi voz se escuchara quebrada.
—Sé que somos de mundos completamente diferentes —empezó ella, con voz ronca. Sus manos aun estaban en mis mejillas, y su mirada clavada en la mía—, pero eres quién pone mi mundo de cabeza —sacudió su cabeza. Su frente sobre la mía—. Sé que la he cagado incontable de veces, pero no sabes lo arrepentida que me he sentido —soltó un suspiro. Su aliento haciendo cosquillas en mis labios—. Hoy vi a Ariana —informó, y mi cuerpo se puso rígido en aquel mismo instante— pero tranquila, mi amor... —susurró, acariciando mi mejilla y mentón. Subió su mano hasta mi oreja e hizo leves masajes al lóbulo de esta, como lo hacía siempre para que yo pudiera relajarme—. Ella nunca más te hará daño. Te lo prometo.
Me mordí el labio inferior, y asentí. La comisura de mis ojos picaban.
—Quiero que vuelvas a formar parte de mi vida —pidió ella, con voz ronca y un poco temblorosa. Sus ojos verdes brillaban y podía jurar que había un poco de agua acumulada en ellos—. Necesito que lo hagas, por favor. Pero, no quiero que seas mi amiga. Quiero abrazarte, besarte, decirte que te amo las veces que quiera. Sé que te mereces una persona mejor, pero seré todo lo que tú quieras que sea. Me costará, claro que costará, pero lo haré por ti. ¿Qué quieres, Camz? —interrogó ella y me miró fijo.
—Y-Yo...
—Si quieres que sea la misma Lauren de antes, lo haré —me interrumpió—. Si quieres que vuelva a ser esa idiota que todos los días trataba de conquistarte de una manera diferente, lo haré. Por ti. Por ti soy capaz de hacer cualquier cosa. Quiero que te sientas segura a mi lado, quiero que estés relajada. Quiero que te sientas a gusto.
—Pero... cuando yo estoy contigo, estoy a gusto. —susurré, con un hilo de voz.
—No —ella cerró los ojos con fuerza y cuando los volvió a abrir, estaba un poco más oscuros—, tú no eres la misma cuando estás conmigo. Te hago sentir insegura, con miedo. Debes medir tus palabras, por miedo a que mi carácter de mierda explote ¿no? —la ojiverde alzó una ceja, de manera interrogativa. Asentí, un poco cohibida— Eso ya no volverá a ocurrir, lo prometo.
El silencio nos inundó. Sé que Lauren estaba esperando una respuesta de mi parte, pero no estaba realmente segura si ella se merecía una segunda oportunidad. Yo la amaba, pero sabía que este amor nos hacía mal, a ambos. Ella también me amaba, no tenía duda de eso, pero cada vez íbamos bien, algo o alguien se interponía en nuestra relación.
Y justo me acordé de ella.
—¿Y Stella? —le pregunté. Tomé sus manos y las alejé. Ella se enderezó y yo me puse de pie. Tomé la taza y la llevé hasta el fregadero. Largué el agua y sentí aquel frio liquido recorrer mis manos mientras lavaba la taza. El chocolate corriendo por el alcantarillado. En todo momento, sentí la mirada de Lauren, quemando la parte trasera de mi cabeza.
Cuando la taza ya no podía quedar más limpia, sequé mis manos y me atreví a mirarla de nuevo. Estaba en la misma postura de hace unos momentos atrás.
—¿Qué hay con ella? —dejé el paño sobre el lavaplatos y apoyé mis manos en el mismo. Sentía mis piernas temblar.
—Ella no es nadie —musitó la ojiverde, con voz rasposa.
—Eso no es lo que yo he escuchado. —opiné.
Lauren se volvió a acercar a mí. Apoyó su cuerpo sobre el mío. Mi espalda se arqueó un poco, juntando nuestros pechos. Quería mantener un poco la distancia entre ambas, pero Lauren se oponía. Tomó mi rostro con sus manos y me atrajo hacia ella.
—Solo eres tú —murmuró sobre mis labios. Sus ojos nunca dejaron los míos—. Solo existes tú para mí. Estás hecha para mí—rozó su nariz con la mía y escuché como un ronroneo escapada de su garganta—. La única chica para mi, eres tú. Y lo sabes muy bien. Pero te necesito para mí. Por favor, dime que por último, lo vas a pensar.
Lauren alejó un poco su rostro del mío, pero aun podía sentir su aliento chocar contra mis labios. Lo miré fijamente y relamí mis labios resecos. Los ojos de Lauren siguiendo el recorrido de mi lengua.
—Lo prometo.

Same Mistake (Camren)Where stories live. Discover now