dix-huit.

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R E A L L I F E

El olor a sudor humano era una de las tantas cosas que se apreciaban en la casa de Ángel Bayer, a diferencia de otras fiestas pasadas ya no eran solo los doce; ahora habían mínimo unas sesenta personas. Nadie sabía de dónde demonios había salido tanta gente ya que el chico no era realmente popular, pero a casi nadie le importaba considerando que casi todos estaban pasando un buen rato.

"Casi todos" debido a que cierto acuario no estaba pasando un buen rato para nada. A pesar de que era su fiesta y su casa lo único que quería realmente era irse a su habitación y encerrarse hasta quien sabe cuándo, pero no quería correr el riesgo de pillar a alguna pareja en pleno acto en su propia habitación ni tampoco quería descuidar el piso de abajo con todas las pertenencias de su madre descuidadas.

Mientras todos sus amigos pasaban un buen rato, Ángel se encontraban con cara de molestia en el sofá con una pareja de desconocidos liándose a su lado sin nadie que le prestara atención.

Excepto alguien.

Arthur se encontraba sirviéndose un vaso de vodka negro cuando divisó al chico en el sofá. Hace unos días había reaparecido y aún no le contaba la causa de su desaparición a nadie, de hecho, hacía como si nada hubiera pasado. Pero se le notaba raro, extremadamente raro, se notaba que algo le pesaba en serio.

—Hola.— le saludó sonriéndole con el vaso en mano, Ángel se sorprendió, estaba tan inmerso en sus pensamientos que no le vió llegar.

—Hola.— respondió con cierta duda, el aries se sentó a su lado, al contrario de la pareja; quiénes no parecían enterarse de nada.

—Has dado una buena fiesta ¿No?— le preguntó.

—Supongo.

El más bajo le dió un pequeño sorbo a su vaso antes de continuar.

—He oído que el anfitrión nunca la pasa del todo bien cuando se saca casa.— dijo.— Pero tú pareces querer morirte en serio.

—Son solo imaginaciones tuyas.— mintió y una sonrisa se formó en sus labios.

—Soy el dios de las sonrisas falsas, sé reconocerlas cuando veo una.— le dijo suavemente.— ¿Qué es lo que te tiene tan mal?

—De verdad que no es nada, Arthur, no te preocupes.

—Ángel, quizás hablarlo te haga sentir mejor.

—No hay nada que me pueda hacer sentir mejor.— soltó.

—Entonces sí te pasa algo.— respondió con una sonrisa triunfante.

—Son problemas familiares.— mintió, nuevamente.— Nada importante.

—Ok, esa es la peor mentira que he escuchado.— dijo él una vez más, pero parecía más calmado que antes.— Pero como sé que no me dirás nada, te dejo tranquilo, aunque ya sabes que cualquier cosa que necesites estaré aquí.

El aries se levantó y se fue con Gadea quién le llamaba desde el otro lado de la habitación dejando a un Ángel desconcertado. Pero éste no tuvo tiempo de asimilar lo sucedido ya que alguien más captó su atención.

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