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Y el tiempo pasó, más rápido para los muertos que para los vivos.

Y el silencio no salía de esa habitación, y las lágrimas se escapaban entre sueño y sueño.

Trabajaba, simulando entender lo que hacía y para que lo hacía.

Dormía, porque los demonios de la mente no le dejaban vivir de día.

Caminaba, porque los coches no eran seguros.

Nada era seguro en realidad. Todo nos puede matar.

La tristeza también es capaz de hacerlo.

Goodbye DarlingWhere stories live. Discover now