Capítulo 5 | Pastel de vainilla

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Estaban todos en la sala de reuniones, debatiendo una difícil decisión. El Capitán Cragen tenía un block de notas en las manos, el era el encargado de contar y registrar los votos.

—Red velvet y cubierta de queso— Dijo Cragen, al mismo tiempo que anotaba.

Elliot levantó la mano, los demás lo vieron interrogantes.

—¿Qué?

—Limón y zarzamoras, cubierto de merengue de Limón— Nombró Cragen. Nadie levantó la mano, así que siguió con el próximo— Vainilla tradicional con cubierta de buttercream.

Munch y Fin levantaron la mano, Olivia no muy decidida se les unió.

—Bien, también pienso que lo tradicional es mejor. Con 4 votos el pastel de vainilla, es el ganador.

—Todos son deliciosos Liv, pero me quedo con el red velvet.. siempre fiel— Dijo Elliot y acercó su café, para sentarse a comer libremente.

En la mesa habían 10 pasteles, lo suficiente para proveer a todo el precinto. Pero estaban en la prueba de pastel para la boda de Liv, así que los invitados se habían reducido a su grupo de trabajo.

Cragen estaba más involucrado de lo normal, la teoría era que le emocionaban las bodas, pero intentaba ocultarlo.

—Hey Munch, Fin... ¿ya tienen listos los vestidos de damas? Escuche que son rosas— Elliot se burló y metió en su boca un gran trozo de pastel.

—¿De qué color es el tuyo, Stabler?— Dijo Fin, riendo— Al ser la madrina de honor...

—No sean tontos, los vestidos son grises... ya pedí los suyos, no deben preocuparse por eso—Olivia rió y se sentó a un costado de Elliot.

—¿Ya está todo listo, Liv?— Preguntó Cragen.

—No, de hecho me falta algo muy importante— Contestó Liv— Quiero pedirle que me acompañe en la ceremonia, Capitán.

—¡Oh, Liv! Estaré muy orgulloso de entregarte en el altar— Dijo un Cragen muy emocional.

—Y Munch llevara la cesta con los pétalos de rosa— Bromeó Fin.

—Si Liv me lo pidiera, lo haría— Contestó Munch, acercando el pastel de zanahoria para tomar un trozo.

—Gracias por la disposición chicos, lo importante es tenerlos a mi lado ese día... son mi única familia.

—Nuestra pequeña se nos va— Dijo Munch y tosió, para aclarar la voz— ¿Pero volverás a visitarnos?

Elliot rió, sin entender de lo que hablaba Munch. Al ver los rostros de los demás supo que no era algo bueno.

—¿Olivia?.

—Hay algo que tengo que contarte, sígueme— Dijo Olivia, saliendo de la sala.

Elliot la siguió hasta llegar a la azotea, donde solían escapar cuando abajo las cosas estaban tensas.

—¿Que está pasando, Liv?

—Después de la boda nos mudaremos a Chicago— Dijo Liv y dirigió la mirada al paisaje que les ofrecía la ciudad.

Elliot la volteo hacia si, tomándola por los los brazos.

—Hay un millón de cosas que quisiera decir para pedirte que te quedes, pero también hay un millón más para dejarte ir— Elliot dijo casi en un susurro— sin egoísmo de mi parte, Liv... sólo quiero que seas feliz.

Si bien había una regla implícita que habían establecido con los años acerca de mantener el contacto físico al mínimo, ese día se olvidaron de todo y se fundieron en un abrazo, como nunca antes.

Elliot la sostuvo entre sus brazos, intentando guardar el recuerdo de cómo el pequeño cuerpo de Olivia se amoldaba perfectamente al suyo. Aspiro el dulce aroma de su cabello y deseo que el tiempo se detuviera en ese preciso momento.

Olivia por otro lado, se aferraba a él deseando con todas sus fuerzas que el sintiera un poquito de lo que a ella la estaba consumiendo. Después de quince minutos, más recompuesta, se alejó de Elliot lo suficiente para verlo a los ojos.

—¿Qué tal si llevamos algunos de los pasteles a los niños y ordenamos pizza para la cena?

—Eso suena bien—Deshizo el abrazo, para guiarla hacia la entrada al edificio— Los niños mueren por mostrarte los nuevos trucos que enseñaron a Buddy y Cupcake.

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Algo cortito, pero con amor ❤️

La boda de mi mejor amiga  |  BENSLERWhere stories live. Discover now