16. Pequeña Arcadia

166 19 78
                                    

     Aún no amanecía, y el intenso frío arropaba la carretera con su espesa capa de niebla, mientras que Angélica conducía su Ford Kuga blanco por la vía mayormente transitada por camiones de carga.

     Eran al menos las seis de la mañana, el sol no tardaría mucho en comenzar a vislumbrar por el este.

     Duncan se encontraba sentado en el puesto del copiloto mientras su vista se perdía en los gigantescos pinos a su alrededor. Aún sentía mucho dolor, pero la inflamación del rostro había bajado un poco, sin embargo sabía que sus heridas y golpes permanecerían tanto en su rostro como en el resto se su cuerpo por aproximada tres semana.

     Antes de salir del instituto Angélica se había tomado un tiempo para examinarle y limpiarle el rostro de las numerosas manchas de sangre que tenía, incluso en el camino tuvieron que pasar por una farmacia para comprar unas pomadas y analgésicos para apaciguar un poco el dolor físico. Durante ese mismo instante, Angélica tuvo la valentía de llamar a su madre para informarle que no llegaría a casa hasta la mañana, aunque solo pudo dejar su mensaje en la contestadora, ya que a las doce de la madrugada la señora Smith ya se encontraba en un profundo sueño.

     El camino hacia Birmingham no era muy largo, de hecho, solo duraba aproximadamente dos horas, pero ambos estaban tan agotados que habían decidido descansar por unas horas dentro del auto en una estación de servicio a las afueras de Londres.

     Angélica estaba un poco confundida, ya que realmente no sabía hacía donde se dirigían, solo se limitaba a seguir las indicaciones de Duncan y conducir con los ojos bien abiertos mientras un repertorio de los éxitos de Taylor Swift sonaba en el estéreo del auto.

     Por otro lado, Duncan se mantenía estudiando cada uno de los rincones de la vía Millbank, mientras su subconsciente rememoraba uno a uno los recuerdos que habían permanecido bajo llave durante muchos años. Nada había cambiado desde entonces, los pinos seguían igual de tristes que la última vez que estuvo allí.

     Cuando Angélica le había preguntado a dónde quería ir, él sin pensarlo dos veces mencionó el bosque Greenbell, quería volver desde el accidente, presentía que si lo hacía en parte tendría un momento de cercanía con el Duncan que había estado allí hace ocho años atrás. Duncan Orson Danot. Se sorprendió a sí mismo al darse cuenta que aún recordaba la carretera para llegar al lugar que Jackson le había mostrado, aunque a decir verdad no eran muchos desvíos los que debía tomar.

     Necesitaba reencontrarse con su antigua vida.

     —¿No llamarás a tu mamá para que sepa dónde andas? Debe estar preocupada.

     —No, estoy seguro que sabía que no me esperaría en casa hasta la mañana —habló, recordando la victoriosa mirada de Ibrahim sobre él, luego bufó.

     La castaña suspiró con algo de resignación y siguió conduciendo mientras seguía las señas que Duncan le hacía con el brazo derecho.

     —¿A dónde me llevas, Dankworth? No me digas que planeas secuestrarme en las profundidades de un tenebroso bosque.

     Duncan dejó escapar una leve risa mientras se pasaba la mano izquierda por el cabello.

     —Ante los ojos de la ley serías tú quien me secuestra ya que estás conduciendo, pero descuida, ángel, a donde iremos no existen las preocupaciones.

     No se demoraron más de diez minutos en llegar por fin a Greenbell. 

     Estacionaron el auto cerca de una casa de guardabosques, al parecer eran los únicos que se encontraban allí a esa hora, pero no les molestó la soledad, de hecho, les parecía mucho mejor así.

DUNCAN © #2 [✓]Where stories live. Discover now