Bite me, darling (RiouFumi)

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Rumores se esparcían por todos los rincones, callejuelas y clubes nocturnos; para aquellos que vivían allí desde hace tiempo no era nada raro, pero este en especial captó la atención de un joven host de cabellos dorados y sonrisa radiante.

―¿Qué? ¿Utiliza tus lágrimas para sazonar tu comida? ―se llevó la copa de champagne a los labios para apenas beber un poco, lo suficiente para instar a la glamurosa mujer que lo acompañaba a que bebiera de su propia copa.

―Exacto, dicen que solo se le puede encontrar de noche por las calles cercanas al puerto, y que su escondite durante el día es el bosque. ¡Tengo miedo! ¡Podría ser un psicópata!

―No te preocupes querida ―Hifumi dejó la copa en la mesa para sujetar con ambas manos la zurda de la chica―, no dejaré que te suceda nada malo.

―¡HIFUMI-KUN! ―gritó la mujer lanzándose a sus brazos.

Lo cierto era que ese no había sido el primer rumor que Izanami había escuchado el último tiempo, todos mencionaban a un hombre alto, apuesto, de cabellos como la puesta de sol y una mirada penetrante. Nadie había escuchado su voz ni se le había acercado demasiado, todos atemorizados por su apariencia claramente occidental y por otros rumores que circulaban.

Lo que más le llamaba la atención al host era que siempre se mencionaba algo relacionado a la comida cuando se hablaba de este misterioso hombre. Lo normal hubiese sido que si generaba tanto miedo entre la población nocturna de esa área de Shinjuku, era que tuviese un arma, estuviera cubierto de sangre o se le relacionara directamente con crímenes, pero al parecer no.

Por el momento esperaba solamente que todas esas historias siguieran siendo rumores y que no pasaran a mayores, pues debido a su estilo de vida nocturno al trabajo, podría relacionarse de una forma u otra con ese tipo de situaciones. Pero tenía otras cosas las que preocuparse.

Iría saliendo del trabajo a la zona portuaria para poder comprar el mejor pescado fresco para hacerle un buen platillo a Doppo, que de seguro que llegaría cansado y estresado del trabajo. Esperaba que al menos con un plato elaborado aliviara sus ánimos, ya que en opinión de Hifumi, no había mejor cosa que cocinar para seres queridos y además comer algo preparado con amor para que el alma se calentara

Mientras tarareaba por los callejones y se adentraba en la oscuridad comenzó a sentir un escalofrío correr por su columna. No vestía ya su típico traje de host, pues prefería cambiar su atuendo en el trabajo, a pesar de los posibles inconvenientes que eso podría traerle; pero para eso también se había comprado un auto -el cual había dejado estacionado unas cuadras atrás para caminar y aprovechar el clima de la noche-.

Ahora dudaba seriamente de haber tomado la decisión correcta.

Una alta figura apareció delante de él, debía de medir más de metro noventa y era atemorizante. Hifumi se detuvo ante la presencia del desconocido, algo dentro de él le gritaba que debía salir de ahí de inmediato, que su vida podía correr peligro; mas otra parte, la física se negaba a reaccionar, sus rodillas parecían no responder a sus deseos. Estaba cautivado por la brillante e hipnótica mirada celeste, además de que la inusual palidez de aquel masculino rostro le llamaba la atención.

El cabello anaranjado terminaba por confirmarle que ese sujeto no pertenecía para nada allí, extranjero era todo lo que gritaba su presencia. Eso y peligro. Tal vez estaba perdido, pensó el host, debía ayudarle de ser ese el caso, aquella zona estaba apartada de los lugares concurridos y no tenía atractivo turístico, a no ser que él también fuera al mercado a primera hora para ver el resultado de las pescas frescas, de ser así, incluso podrían ir juntos.

―Hi, you lost? ―trató de hablar en su mal inglés, suponiendo que le podría entender. ―Need help?

La mirada celeste se achicó como si tratara de comprender lo que decía, a lo mejor tampoco sabía inglés y manejaba otro idioma, pensó de nuevo Hifumi, y aunque seguía congelado por sus instintos, quería ayudar a ese hombre.

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