➵ Uno.

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"Tenemos un 10-80, repito, 10-80. Sospechoso armado y peligroso. Robo a un almacén sobre la calle..."

Las sirenas seguían la persecución como si de una banda sonora se tratara. Estaba oscuro, era un poco después de las diez y la calma del pequeño barrio había sido interrumpida por el escándalo. La alarma había llegado a él justo a tiempo para que pudiera cambiarse y salir a la calle; gracias a su privilegiada posición, no fue difícil encontrar el lugar correcto para aguardar.

No podía ver nada aún, pero podía seguir la posición del sospechoso por medio de la radio que había sincronizado con la de la policía. Podía escuchar cada vuelta que daban las patrullas, cada calle tomaban y cada actualización en el comportamiento del sospechoso. Él, sin embargo, estaba escondido en las sombras de un callejón, esperando al momento correcto para actuar sin que nadie supiera de su posición.

No tenía miedo, no tenía razón para ello. No estaba impaciente, esperar a veces era la mejor parte o, en su defecto, su mejor arma.

Uno... dos... tres...

Lanzó con todas sus fuerzas lo que escondía en una mano, desplegando algo como una red y, segundos después, un vehículo se detuvo bruscamente frente a él tras haber pinchado las ruedas delanteras con el montón de púas de acero que había lanzado. Al mismo tiempo que el conductor salía del vehículo echando maldiciones y mirando hacia las lejanas sirenas, él abandonó la oscuridad para enfrentarlo en la calle.

La primera y más lógica reacción fue la de levantar la pistola y apuntársela directamente a la cara en cuanto se acercó, como todo matón incapaz de pensar ante la adversidad; el ladrón no le temía, quizás hasta pensaba que se trataba de un chico cualquiera, pero en cuanto no consiguió amedrentarlo o hacerlo retroceder con eso, su gesto cambió. No era tonto, pero tampoco parecía dispuesto a matar a alguien sin un motivo concreto. Si lo capturaban, probablemente preferiría evitarse cargos por asesinato de primer grado.

—¿Quién eres? —exigió el ladrón, insistiendo con el arma. La sacudía en las manos como si estuviera impaciente—. ¿Qué mierda quieres?

Él negó con la cabeza y dio un paso hacia el frente, inmutado. El ladrón retrocedió, aunque intentaba disimularlo, se notaba que se sentía intimidado.

—Lárgate, o te arrepentirás, chico.

La amenaza no sonó tan valiente o segura. Ni un segundo después de que la última palabra abandonara su boca, se movió a velocidad de vértigo hasta sujetarlo de la muñeca y, con una precisa y rápida llave, lo obligó a dejar caer la pistola, a la cual le dio un rápido puntapié para alejarla lo más posible él. Aprovechó la sorpresa del hombre para golpearlo en la nariz y hacerlo retroceder. Lo tenía prácticamente contra el auto, pero llevarlo hacia allí no fue una buena idea.

El ladrón sacó del asiento una barra de metal y la blandió como un bate para golpearlo con ella en el abdomen, intentó esquivarlo, pero solo consiguió aminorar el daño del golpe, lo que lo obligó a encorvarse por el dolor y dejar de ese modo, su rostro a merced de un rodillazo.

Lo máximo que pudo hacer fue girar la cabeza de tal modo a salvar su nariz, pero el golpe le dio de todos modos en el borde de la boca, mandándolo algunos metros hacia atrás y al suelo tan pronto se dio el contacto.

Tirado en el asfalto, parecía ver estrellas luego de semejante golpe. Era extraño, como un dolor parecía reemplazar al otro a los segundos, casi como si palpitara. Estómago, cara, estómago, cara. Nunca al mismo tiempo, pero ninguno sin parar. No podía checarse la cara por sangre, porque para hacerlo debía quitarse la máscara oscura que llevaba, pero de todos modos no tenía dudas de que algo ocurría en su rostro.

✧ Under the Mask ➵ TaeGiWhere stories live. Discover now