Capítulo 23: "Sea Life"

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El acuario estaba en la costa de Benalmádena, así que Pablo había planeado ir en coche, por lo que tardaríamos unos 15, 20 minutos. Y gracias a Dios y a la ausencia del tráfico, llegamos en 15 minutos al acuario, que estaba lleno de gente.

-¿Visitamos primero a las nutrias y luego vamos a comer?- pregunta mirando su folleto cuando entramos después de haber enseñado nuestras entradas.

-Me parece bien. También podemos ir a la zona interactiva para Sofía- parecíamos una familia decidiendo como pasar el día.

-Perfecto. Sofía, agárrate bien de la mano de la tía Val y de la mía- la pequeña asiente sonriendo y se pone entre Pablo y yo agarrándonos la mano a cada uno. Va pegando pequeños saltos mientras andamos y no deja de reír.

Miramos el mapa que hay en la otra cara del folleto para situarnos e ir a lo primero que hay, el oasis de las nutrias.

Entramos en una sala al aire libre que está dividida por un cristal, al otro lado del cristal, hay rocas y agua, y se puede ver a las pequeñas nutrias jugando y sumergiéndose en el agua, a un lado hay trabajadores que les dan de comer.

-¡Que monas son!- chillo. Me encantan los animales. Me acerco al cristal para verlas mejor y una voz se activa. Haciéndome saltar del susto.

-"En este hábitat encontramos nutrias asiáticas de uñas cortas.

Esta nutria es la de menor tamaño dentro de su especie, pudiendo alcanzar los 65 cm. Habitan manglares y humedales de agua dulce. Tienen gran agilidad en sus manos y un pelaje tupido e impermeable, además de ser grandes nadadoras." -dice la voz que ha salido de unos altavoces.

Pablo y Sofía se acercan también a ver más de cerca a las nutrias, pegando la nariz contra el cristal. Están tan monos que no puedo evitar sacar el móvil y hacerles una foto.

-Tío Pablo, tengo hambre- dice Sofía al cabo de un rato. Miro el reloj y veo que son las dos de la tarde, la verdad es que el tiempo había pasado volando.

-Venga vamos al restaurante, o al menos a encontrarlo- digo cogiendo a la pequeña en brazos mientras Pablo mira en el mapa como ir. Menos mal que hay un mapa en el folleto, sino nos habríamos perdido hace rato.

Entramos al restaurante que es precioso, ya que tiene vistas al mar. Cogemos una mesa al fondo y al lado del ventanal enorme que deja ver como las olas del mar rompen en la orilla. Hay muchísimas gente, la mayoría padres con sus hijos o personas mayores.
Pablo va a pedir la comida mientras yo busco una silla especial para niños. Cojo una y siento a Sofía en ella. Tras hacerme muchísimas fotos con Sofía en las que ella imita cada cara que pongo, Pablo viene con la comida.

Saco de mi bolso un tupper que Pablo me había dado antes de venir con la comida de Sofía que había preparado Casilda, y le corto a cachitos el pollo. Coge el tenedor ella solita y se va metiendo todo en la boca muy rápido.

-¿Vamos a ver los caballitos de mar y luego a los tiburones?- pregunta Pablo mientras coge patatas fritas de mi plato, su sobrina asiente ya que tiene la boca llena de comida, Pablo la regaña diciéndola que coma más despacio.

-Muchas gracias Pablo- digo al cabo de un rato.

-¿Por qué?

-Por todo esto- digo señalando al sitio.

-Gracias a ti por estar a mi lado- dice él antes de cortar los centímetros que nos separan y besarme, Sofía al ver la acción se tapa los ojos y pone cara de asco haciéndonos reir.

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Después de haber visto los caballitos de mar y los pulpos entramos donde los tiburones y peces. Es una sala ovalada, donde hay sofás y una cristalera que cubre toda la sala, hasta el techo, te puedes sentar y mirar hacia arriba donde hay peces nadando, y rayas, mantas... Estamos un buen rato hasta que pasa un tiburón de punta negra nadando, según el folleto, y Sofía se asusta.

-Tío Pa, me quiero ir- dice escondiéndose detrás de mi para no ver al tiburón.

-No te va a hacer nada ángel. Hay un cristal que lo separa de ti.- Pablo pone la mano en el cristal para demostrárselo a Sofía justo cuando el tiburón se acerca, y ella chilla.

-Quiero irme- dice casi a punto de llorar.

-¿Quieres que vayamos a ver las tortugas?- ella asiente sonriendo, la verdad es que a mi tampoco me gustan los tiburones.

Salimos de esa sala y entramos a la sala de las tortugas. Justo en la entrada hay un puesto de peluches con todos los animales que hay en el acuario.

-Tío Pa, ¿me compas el caballito de mar?- dice saltando y señalando el peluche amarillo anaranjado del caballito del mar que cuelga del techo del puesto. Pablo se la queda mirando con una sonrisa.- Por fi- dice sacando morritos.

-Vale, pero te lo compro porque te has portado muy bien- ella empieza a sonreír y le da un beso en la mejilla a su tío.

-Toma- dice ofreciéndole el peluche recién comprado a Sofía. Es bastante grande así que empieza a abrazarlo y a acariciarlo con la mejilla. -Y toma- dice ofreciéndome el peluche de un delfín.

-No tenías que habérmelo comprado...-

-Ya, pero quería hacerlo- le sujeto de la barbilla y voy a darle un beso en la mejilla pero al ver mi intención , Pablo gira la cara y junta sus labios con los míos.

Pasamos el resto del día dando vueltas por el acuario y conociendo las diferentes especies de animales acuáticos. Los tres, él, Sofía y yo, como una familia.

En Brazos de Él (Pablo Alborán)Where stories live. Discover now