Capítulo 3: "Y aquí está Pablo."

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*Dos días después*

*Narra Valeria*

Mi vida se había convertido en una rutina, y eso que solo habían pasado dos días desde que descubrí que Mario solo me había utilizado para acostarse conmigo, me levantaba a las 7, me iba a la cafetería a trabajar desde las ocho hasta la hora de comer y luego me pasaba la tarde aburrida o en la playa.
Bueno, para que mentir, estos dos días los había pasado en la cama con dos tíos diferentes. Sí, ahora ese era mi plan, ¿no nos utilizaban ellos a nosotras? Pues eso ya había cambiado para mí, no mas sentimientos, solo sexo. Me acostaba con ellos sin saber su nombre, y adiós, me iba de sus casas antes de que se despertaran.

Ya en mi casa, después de trabajar, me duché y me cambié ya que luego tenía planeado ir a la playa a tomar el sol, a intentar ponerme morena, o mejor dicho, a quemarme.

Estoy a punto de empezar un nuevo cuadro, o mejor dicho, el boceto, cuando alguien llama a la puerta.

-Pasa- digo dejando el lápiz en la mesa a la vez que me giro para mirar la puerta. Pintar es lo único que me relaja, lo hago desde los cinco años y es de las pocas cosas que se me dan bien. Me encanta el olor del óleo mezclado con el médium en el lienzo; o el tacto del pastel en mis manos.

Mi madre entra por la puerta y la cierra detrás de ella, espero que no vaya a darme un sermón por algo, realmente no estoy de humor.

-Venga, ¿estás lista?- me pregunta apoyándose en la mesa donde están mis carboncillos junto al lienzo.

-¿Lista para qué?- pregunto secamente, que te pongan los cuernos me ha provocado un gran cambio de humor.

-He hecho un bizcocho para llevárselo a lo vecinos, vamos a casa de Elena- explica.

-¿Quién es Elena?- pregunto pasando un carboncillo por el lienzo, creando la forma de un árbol.

-¿No te acuerdas de ella? Es la mujer de Salvador- dice, como si eso aclarara la situación.

-Ni idea- respondo.

-Bueno, ahora la verás.

-¿Y por qué decides esperar dos meses para llevarla un bizcocho?

-Porque antes no nos habíamos instalado del todo.

-¿Tengo que ir obligatoriamente?- vuelvo a preguntar ya que es lo último que me apetece hacer ahora mismo, ¿por qué no podrían dejarme pintar tranquila?

-Sí, también viene tu hermano.- asiento y ella sale de mi habitación, ir a ver a unos amigos de mis padres que no conozco de nada es un coñazo, pero la presencia de Hugo mejorará todo, o eso espero.

Me vuelvo a peinar, por tercera vez en el día, y bajo abajo, salimos los cuatro de mi casa y andamos un poco por la urbanización, dejando exactamente dos casas atrás hasta que llegamos a la más grande, a la que más llama la atención.

Me fijo en el buzón a ver si puedo recordar quienes son los nombres que leo: "Salvador Moreno de Alborán y Elena Ferrándiz." La verdad es que no tengo ni idea de quienes son.

Mi madre llama al timbre, haciendo que un horrible sonido resuene por toda la casa, y una señora un poco más mayor que mi madre, a la que mi ella llama Elena nos abre la puerta de fuera. Es una señora bastante bajita, rubia y delgada. Saluda a mi madre y a mi padrastro dándoles un abrazo. Y después de darle dos besos a mi hermano me los da a mi.

-Que mayores estáis- dice mirándonos a Hugo y a mi. Juraría no haber visto a esta mujer en mi vida.

Se marcha cruzando el porche para abrirnos la puerta de su casa y la seguimos. Miro a Hugo.

En Brazos de Él (Pablo Alborán)Where stories live. Discover now