Capítulo 5:¿Segunda oportunidad?

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|Narra Amelia|

-Creo que no podré hacerlo-dije y sin pensarlo comencé a retroceder.
-Vamos, Amy-dijo Mer. -Tú puedes.
-No-negué. -Es una cirugía con un riesgo muy alto, la paciente puede morir en mis manos.
-O no- Meredith sonrió. -Puedes salvarla.
Negué y las náuseas comenzaron a apoderarse de mi ser.
-Amelia no hay más tiempo, tienes una mujer esperando en este momento que la cirugía comience, ve y demuestra que sí puedes hacerlo.
-Owen estará allí-dije y sentí mis ojos llenarse de lágrimas. -Hoy hace exactamente un mes de lo que sucedió entre nosotros dos y no estoy segura de poder soportar su mirada sobre mí.
Meredith posó su mano sobre mi espalda y la acarició dándome ánimos.
Respiré profundamente y me preparé para adentrarme en el quirófano, donde daría comienzo a una cirugía de alto riesgo, de la que no estaba completamente segura pero llevaba semanas preparándome para realizarla.
Por supuesto que no estaría sola, Derek estaría a mi lado en todo momento, pero aún así no lograba sentirme segura.
-Amelia...-dijo Derek. -Han pasado muchas horas, ¿No te sientes cansada?
-No-respondí sin dejar de concentrarme en mi paciente.
Pero, la realidad era que sí estaba cansada, demasiado cansada.
Respiré profundamente y continué, no podía darme por vencida ahora, me faltaba muy poco para acabar.
-Amy se está complicando-susurró Derek.
-Lo sé-respondí de la misma manera. -No sé si puedo continuar.
La tensión y el miedo me paralizaron, fue un segundo, sólo sentí ganas de abandonar todo y dejarme vencer, no podía continuar, no sabía cómo.
Mi mente era un océano, todo lo que había planeado lo olvidé en un instante.
Quizás mi optimismo había sido la mismísima desilusión manifestándose de esa manera.
Creí que podría hacerlo, me sentí capaz, pero una parte de mí sabía que si continuaba sólo le causaría un daño a la mujer que estaba sobre la mesa.
Detuve mis movimientos, no sentía mis manos, ni siquiera mis pies, era como si no estuviera allí parada.
-Amy, continúa por favor-suplicó mi hermano.
-No puedo-respondí.
Pero, nuestra conversación fue interrumpida, porque una voz grave y conocida para mí nos interrumpió.
-Amelia-dijo Owen.
Levanté mi cabeza y allí estaba él, en la galería, observando mis movimientos.
Sus ojos hicieron contacto visual con los míos, por primera vez en horas observaba a una persona a los ojos.
-Amelia puedes hacerlo-dijo y sonrió. -Eres brillante, eres talentosa, sabes a la perfección cómo continuar, sólo hazlo.
En ese instante, cuando escuché sus palabras, recuperé la confianza que necesitaba para continuar.
Owen estaba allí, él me estaba apoyando.
Continué, mis manos recuperaron la movilidad y podía sentir mis pies. Pero, una extraña sensación en mi estómago llamó mi atención.
Finalicé la cirugía con éxito, sólo debíamos esperar que la señora Adele, nuestra paciente, despierte.
Salí del quirófano con rapidez y caminé hacia la sala de jefes, necesitaba estar sola y tranquila, necesitaba respirar.
Owen y yo no habíamos hablado desde aquel día en que casi nos besamos, ni siquiera cuando se trataba de los niños, supongo que ambos estábamos avergonzados.
Y escuchar esas palabras alentadoras de su parte había sido como recibir una gran bocanada de aire fresco mientras me ahogaba. Las necesitaba, o quizás las anhelaba.

|Narra Owen|

Evadir al pelirrojo se había convertido en el pasatiempo favorito de Amelia. Era increíble.
Sin embargo, mis palabras la alentaron a continuar, era demasiado talentosa y capaz como para rendirse tan fácilmente.
Me dirigí hacia la guardería del hospital y retiré de allí a Allison, Teddy pasaría la noche en el hospital, como todas las noches durante el último mes.
-¡Papi!-la voz de la Allison me obligó a salir de mis pensamientos.
-Hey princesa-la tomé en brazos y besé su mejilla.
Se aferró a mí y colocó su cabeza en mi hombro, al parecer estaba cansada.
-Dr. Hunt-Rose, la mujer que se encargaba de cuidar de los niños en la guardería, me habló.
-Hey Rose-sonreí amablemente. -¿Qué sucede?
-Allison tuvo un día complicado, creo que lo mejor será que la animes o le pidas ayuda a alguien que pueda animarla.
Sonreí apenado.
-¿Estuvo triste?
-Lo está desde aquel día en que Teddy y tú discutieron-respondió Rose y sonrió. -Creo que extraña a su mamá.
Acaricié la espalda de Allison mientras la aferraba a mí con fuerza.
-Gracias por informarme, Rose-sonreí amablemente.
-¡Adiós Allison!-exclamó la mujer amablemente.
-Adiós Rose-dijo y sonrió.
Salimos del lugar y me encargué de revisar a un paciente mientras Jo Wilson cuidaba de Alli y me sentí tranquilo cuando noté que todo estaba en orden.
-Puedes continuar con tu trabajo, Jo-sonreí. -Gracias por cuidar de Allison.
-Adiós pequeña-sonrió y besó su mejilla. -Adiós Dr. Hunt.
Le regalé unasonrisa y tomé la mano de Allison.
Caminamos en silencio hasta salir del hospital y sonreí al observarla a Allison, caminaba despacio y se aferraba a mí con fuerza.
-¡Amelia!-gritó y corrió hacia mi ex.
Amy la tomó en brazos y besó su mejilla con dulzura.
-Te extrañé-confesó mi pequeña niña.
-Y yo a ti-Amy sonrió.
Allison se aferró a Amelia y sonreí lleno de ternura, se veían realmente bonitas juntas.
-Alli-llamé su atención luego de algunos minutos. -Deberíamos irnos a casa, ¿no crees?
Negó con la cabeza.
-Amelia debe irse-dije. -Y nosotros también.
-Pero papi-dijo y sus ojos se cristalizaron.
-Sin peros, es hora de irnos.
Rompió en llanto y suspiré frustrado, el último mes había sido complicado para ella.
Amelia se encargó de tranquilizar su desesperado llanto y sonreí enternecido.
-Creo que está dormida-susurró.
Asentí con una sonrisa.
-Puedo llevarla conmigo-habló. -Le hará bien, las niñas me informaron sobre su comportamiento este último mes.
-No lo sé-dije. -Está extraña.
-Owen eso es normal-sonrió. -No ve a su madre con la misma frecuencia que antes, sólo ve a su padre y todo es muy nuevo. Es pequeña aún.
-¿Crees que podrás con ella?
Asintió convencida y colocó su mano en mi mejilla, logrando sorprenderme y estremecerme.
-Deberías venir conmigo también, los niños y yo podríamos ser una buena compañía para ti y esta pequeña.
Reí. Todo era muy extraño.
-Está bien-sonreí y coloqué mi mano sobre la suya. -Iré, deseo ver a los niños, hace días no lo hago.
Sonrió y deseé ver esa sonrisa para siempre, era la más hermosa de todas.

||Segundas oportunidades||•𝙤𝙢𝙚𝙡𝙞𝙖•Where stories live. Discover now